Jn 3,16-18. Hoy se nos invita a reconocer la clave del proyecto de Jesús, tener vida, que se traduce en orar por otros. En este día, especialmente, se recuerda a las comunidades que oran en silencio por otros. ¿Oramos hoy por todos los que oran por nosotros?
La iglesia necesita el Espíritu Santo. La Iglesia necesita el Espíritu, el Espíritu Santo, animador y santificador de la Iglesia, su respiro divino, el viento de sus velas, su principio unificador, su manantial interior de luz y fuerza, su sostén y consolación, su manantial de carisma, y cantos, y paz y consuelo, su garantía y preludio de vida beata y eterna» (Pablo VI).
«Sin el Espíritu, Dios queda lejos, Cristo permanece en el pasado, el evangelio es letra muerta, la Iglesia es pura organización, la autoridad es tiranía, la misión es propaganda, la liturgia es simple recuerdo, y la vida cristiana una moral de esclavos» (Ignacio IV Hazim, patriarca de Antioquía).
Feliz Fiesta de la Trinidad. Un abrazo, mi oración y mucha salud. Antón
VOTAR, MANDAR Y PACTAR
Hace cuatro días mal contados hablaba o escribía de las ‘elecciones’ en esta página de presentación de los comentarios del Evangelio. Y también hablaba de ello hace no mucho en ese comentario que ofrezco semana tras semana en la página titulada ‘Cinco minutos de aires bíblicos’. Hemos llegado, paso a paso de la mano del tiempo que camina a su ritmo, al primer domingo del mes de junio. Y en esta tierra que me sostiene seguimos ‘de hoz y coz’ de elecciones.
Nos va a durar lo suyo este asunto que nos trajo en jaque desde los primeros días del pasado mes de mayo. Y hasta hoy. Y se nos anuncia a bombo y platillo que el día 23 de julio las urnas nos estarán esperando con sus bocas abiertas para recibir nuestros votos. Entre unas cosas y otras, entre alcaldías, autonomías y nacionalidades nos atrevemos a votar, aunque siempre nos ronda una profunda sensación de ‘poca utilidad’.
Y escribo entre comillas ‘poca utilidad’, porque la tan traída y llevada política nunca acaba de arreglarnos la realidad del día a día de nuestra vida con sus mil y una problemáticas. La política y sus políticos no acaban nunca de liberarnos de nuestros ahogos, dolores e inseguridades.
Me llama muy poderosamente la atención en este maremagnun de la política y de sus correspondientes elecciones un par de verbos, en apariencia, sencillamente normales: mandar y pactar.
En estos tiempos de elecciones nos compartimos, los unos a los otros, más o menos conscientemente, que deseamos mandar o que se nos mande así o asá. Tan sencillo como complicado. Y este proceso tan solidario como es el compartir algo tan básico como esto que acabo de expresar sólo puede realizarse mediante el diálogo, los acuerdos y, en definitiva, los llamados ‘pactos de legislatura’.
Así, pues, me quedo con esta trinidad ‘verbal’, por referencia a estas tres acciones: VOTAR, MANDAR, PACTAR.
Seguramente que se trata de ‘una trinidad de tejas abajo’, mundana o de aquí, por relacionarla con esa otra ‘trinidad de tejas arriba’, divina, celestial y del ‘más allá’. ¿El ‘mandar’ le corresponde al padre? ¿El ‘votar’ le corresponde al hijo? ¿Y el ‘pactar’ es tarea de la madre? Sería una parábola posible, me digo.
Podríamos seguir con la parábola de la trinidad de trinidades y casi estaría por asegurar que las aguas de esta convivencia nuestra seguirían más revueltas que cristalinas. ¡Qué cosas tan curiosas nos traemos entre manos los humanos!
A continuación se encuentran los comentarios del domingo 4 de junio.
Jn 20,19-23. Jesús los «envía». No les dice en concreto a quiénes han de ir, qué han de hacer o cómo han de actuar: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Su tarea es la misma de Jesús. No tienen otra: la que Jesús ha recibido del Padre. Tienen que ser en el mundo lo que ha sido él.
En tiempo de ‘elecciones’, que cada cual seleccione
Última semana del mes de mayo. Aquí donde respiro y vivo todo son ‘esperanzas de futuro inmediato’. ¿Se les puede llamar así a las esperanzas que se reparten alegremente en unos procesos electorales para los cargos públicos de la política? Esas esperanzas de futuro inmediato suelen demorarse año tras año hasta casi perderse en el baúl de los recuerdos olvidados. Cosas de la picaresca política. Cosas del lenguaje electoral. Fruta del tiempo. Agua de chaparrón que ni tan siquiera refresca el ambiente. Pero es necesario ir a votar. Es urgente hacerlo para seguir recordando la conquista que supuso que todo ser humano pueda decir algo, aunque sea sólo con un papel en blanco.
Y en este ámbito de la fiesta de Pentecostés los eventos se multiplican. Eventos sociales casi todos. Eventos de romerías del Rocío por estas tierras de nuestro sur de España. Las hermandades y sus liturgias. Los asaltos, las procesiones y, sobre todo, los romeros y las romeras (suena extraño).
Y los eventos se hacen sociales porque toda una clase se confirma. Hasta la propia hija de los reyes de estas tierras se confirma. Todo llega. La costumbre coincide con el curso de cuarto de la Educación Secundaria Obligatoria . ¿16 añitos? Más o menos. Justo antes del comienzo de los dos años del Bachillerato. Confirmación social, me suelo decir, aunque se haga con luz y taquígrafos de la entidad eclesiástica. Son números para las estadísticas. Lo que decimos y llamamos ‘Espíritu Santo’, ¿realiza también sus propias estadísticas? Pienso más bien que se hace aire y sopla donde quiere, como quiere y a quien quiere. Bueno, no sabemos muy bien lo que hace o deja de hacer. Es el aire. En ocasiones se hace huracán violento, vendaval, sunami, brisa de mañana, airecillo de la tarde por los senderillos a la orilla de los arroyuelos de los valles en las tardes del verano que ya huelen a otoño. El Espíritu, la confirmación. Los eventos de lo social religioso más para las estadísticas que para las experiencias de hacerse humano y responsable.
Y hasta ahora nada he dicho de la ‘marianidad (de María)’ en estas presentaciones de los dominicales eventos de mayo. El próximo domingo es junio. Así que una palabra sobre este asunto de ‘la señora María’. Cada mayo que pasa pienso más seriamente que a la ‘señora María’ nos la han robado por la Reina y Señora de todo lo creado y de todos los creados. Después de la stm. Trinidad, nadie como ella en autoridad. María de Nazaret se ha quedado ocultada bajo las coronas, los mantos y las excelsidades de la Gloria de la ostentación. La señora María, la de andar por casa, se nos va evaporando entre los sueños de las grandezas. Santa María pertenece al Panteón de sus ilustrísimas. Escrito lo dejo. Me quedo una vez más con la señora María en los adentros de mi normalidad de ser humano.
Creo que ya es suficiente el contenido de la actualidad para empaparnos del mensaje de las dos referencias bíblicas de estos comentarios del 28 de mayo.
Mt 28,16-20. Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin de los tiempos. Esta promesa deberíamos de tenerla bien grabada en el corazón. Es el fundamento de nuestra entrega, del amor y del testimonio que estamos llamados a dar. Que nunca dudemos de su entrega, porque vivimos esperanzados y confiados.
Mira los acontecimientos que están ocurriendo en el mundo. Naciones en bancarrota, pueblos enfrentados por las guerras, pobres que mueren de hambre y por el hambre, jóvenes con problemas, ancianos solos.
Quizás te sientas llamado/a a hacer algo, pero no sabes cómo. Toma conciencia de que no estás solo/a. Si te sabes amado/a por Dios no estás solo/a. En lo más hondo de tu corazón descubrirás la comunión con Él. Tu soledad siempre está acompañada. En tu interioridad hay una fuente de comunión de donde brotan las tareas del amor samaritano.
Aprende a vivir en comunión. Es un arte que enseña el Espíritu. El proyecto de amor que Jesús te ofrece no es para que lo lleves a cabo a solas. En la nueva humanidad que inaugura Jesús están presentes las tres Personas de la Trinidad y están muchos hermanos y hermanas que Dios te regala para hacer con ellos la nueva civilización del amor, para caminar juntos, en Iglesia sinodal.
Jn 14,15-21. A veces nos pueden las dificultades de la vida, la pena y el dolor de la pérdida, como a los primeros discípulos cuando murió Jesús. Pero Él sigue presente entre nosotros, en nosotros… resucitado, no nos ha abandonado. Hoy el evangelio nos invita a reflexionar y orar esta experiencia de resurrección. ¿Sabemos dónde buscar a Jesús? ¿Cómo y dónde nos encontramos con Él?
La vida tiene su morada en el corazón, pero se asoma a los caminos. Y ahí se hace encrucijada, encuentro de unos con otros, historia.
El ser humano es peregrino en busca de nuevas fuentes para su sed. En los caminos escucha las pisadas de otros caminantes.
Hoy camina la mujer. Frente a toda crisis de cansancio y de muerte, aparece la mujer como signo de vida, como aliento.
La salvación del mundo pasa por la mujer. Hoy camina la mujer con el respeto y el cuidado de la vida, la sensibilidad y la ternura, la solidaridad y la colaboración, la paz y la belleza. «María es modelo e icono plenamente realizado que antecede con su luz al Pueblo de Dios que peregrina, como signo de esperanza y de consuelo» (LG 68).
Texto Bíblico
«En aquellos días, se puso en camino María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá» (Lc 1, 39).
Comentario
María se puso en camino hacia la casa de su prima, en camino de fe y amor, de confianza y servicio. Así de sencillo, así de profundo.
Percibió una necesidad concreta en Isabel y encaminó hacia allí sus pies. Se hizo samaritana.
Caminó, consciente del fruto que llevaba en su vientre. Avanzó en la peregrinación de la fe.
Durante el camino fue reflejando la luz de Cristo en cada etapa, en cada palabra, en cada mirada. Como nueva arca de la alianza, todo lo fue sembrando de serena alegría. «Yo acariciaba mi seno para tocarle, porque El estaba allí al tiempo que en todas partes. Cuando yo respiraba, respiraba El; cuando yo bebía, bebía también el autor del aire, del agua y de la sed. Cuando yo me alimento Dios de mi vida, ¿sostengo yo tu sangre o tú la mía?» (Martín Descalzo)
Palabra de la Iglesia: «María, es la Virgen oyente, que acoge con fe la Palabra de Dios: fe, que para ella fue premisa y camino hacia la Maternidad divina… esto mismo hace la Iglesia que escucha con fe, acoge, proclama, venera la Palabra de Dios y la distribuye a los fieles como pan de vida» (Marialis Cultus 17).
Pocas imágenes tan bonitas referidas a Jesús como ésta del buen pastor. Presta atención a todo lo que hace el buen pastor y aplícalo a tu vida.
Fíjate también en otra imagen de Jesús que aparece en el evangelio. Él es la puerta abierta por la que entran sus amigos y experimentan la vida. Jesús es la única fuente de salvación.
Pide al Espíritu que afine tu oído para reconocer y seguir la voz de Jesús, que te ponga en camino para entrar en la Iglesia, la comunidad de Jesú
Comienza tu oración poniendo los ojos en Jesús, el buen pastor.
Abre la puerta de tu vida a Jesús. Él viene abiertamente y con sinceridad. No es como los explotadores y ladrones, que vienen con engaños y llaman mal a la libertad y bien a la sumisión.
No tengas miedo de presentarle tus necesidades. Él te acoge, cura todas tus heridas, te quita los miedos y te devuelve la confianza.
Intima con Jesús. Él te conoce y quiere mantener contigo una relación personal. Te llama por tu nombre. Te busca si te pierdes con amor.
Sigue a Jesús. Él abre camino entregando la vida a favor de la vida de todo ser humano. Te invita a hacer tú lo mismo.
Entra con alegría en la nueva comunidad de Jesús, la que tiene como misión mirar, escuchar, compartir, acompañar, cuidar la vida.
Escucha y guarda en el corazón lo que Jesús te dice:
“Yo soy tu pastor, nada te falta: en verdes praderas te hago recostar; te conduzco hacia fuentes tranquilas y reparo tus fuerzas. Te guío por el sendero justo, por el honor de mi nombre. Aunque camines por cañadas oscuras, nada temas porque yo voy contigo: mi vara y mi cayado te sosiegan. Preparo una mesa ante ti, enfrente de tus enemigos; te unjo la cabeza con perfume, y tu copa rebosa. Mi bondad y mi misericordia te acompañan todo los días de tu vida, y habitarás en mi casa por años sin término” (Sal 22).
Es mayo, el primer mes del año sin una ‘ere’ en el nombre (según la lengua de Cervantes). Es sólo curiosidad. Comienza el segundo cuatrimestre del año. Cuatros meses sin esta letrilla.
Y en este fin de semana, por estas tierras del norte, es tiempo de luna llena y nuevo comienzo del creciente.
¿Importan estas cosas? Depende: Para unos, poco; para unos poquitos, muchísimo; para todos los demás, ni fú ni fá.
Estas cosas suceden y no hay mucho más que contar. O sí.
Sigo anclado en esta página y tú, leyente permanente, también. Seguimos y nos importa.
Me pregunto, ¿cómo llevo la lectura de la buena noticia del último evangelio?, porque el último evangelio acaba de escribirse con letras imborrables. Me voy a explicar.
Ese evangelio-buena noticia eres tú y lo soy yo. ¿No nos lo creemos?
Te recomiendo la lectura serena y sin prisas del mensaje de una mujer que tuvo el atrevimiento lúcido de escribir sobre ella al cumplir sus noventa años. En cierta ocasión me atrajo su mensaje y me lo copié para mi alforja de la memoria. Ahora lo compartimos en esa plataforma de los ‘Cinco minutos de aires bíblicos’. Cuando me ejercité en esta tarea se me pasó por alto ‘la octava sugerencia’ de nuestra longeva mujer del Evangelio. Creo que esa octava sugerencia tiene nombre y apellidos, al menos para mí y para ti que ahora nos encontramos con aquella mujer del texto y de su mensaje.
Esta octava sugerencia es el mensaje del Evangelista Juan en el capítulo decimocuarto de su libro cuando nos dejó su mantra indeleble: YOSOY el camino, la verdad y la vida.
Es cierto que este asunto está colocado por el Evangelista en labios de su Jesús de Nazaret. ¿Quién sabe si esto nació así de los adentros de aquel judío laico de Galilea? Quien pensó en él para escribir sobre él se atrevió a atribuirle tales palabras. Eso es, y ésta es la razón por la que tú y yo y nuestra nonagenaria amiga desconocida podemos atribuirnos esto mismo en el pleno sentido de la palabra: YOSOY el camino, la verdad y la vida. Somos una buena noticia escrita con nombres y apellidos imborrables.
A continuación se pueden leer los comentarios de este domingo siete de mayo
Tu camino de encuentro con Jesús puede ser un proceso largo, como el de los discípulos de Emaús. Lo importante es que descubras que te pase lo que te pase, Jesús no te abandona. Incluso cuando crees que vas para atrás, Él te acompaña.
Descubre en este evangelio una eucaristía. El perdón, la escucha de la Palabra, el pan partido y repartido, el anuncio a la comunidad son los pasos que hay que dar para ver lo esencial con el corazón: que Jesús ha resucitado y que en Él es el fundamento de nuestra existencia.
Comienza tu oración reconociendo tus desalientos, el sinsentido que a veces te atenaza, el vacío, la falta de vida. Ponte en verdad. Es fundamental para todo encuentro con el Señor. Pero dile:
Aunque camine por cañadas oscuras
nada temo porque Tú vas conmigo.
Tú siempre caminas a mi lado.
Estás en mis preguntas, en mis noches.
Acoge la pregunta que te hace Jesús: ¿De qué hablas por el camino? ¿Qué es lo que llevas en el corazón? ¿Cómo es tu vida? Háblale de todo con confianza. Jesús no es un curioso, es un amigo que quiere que vivas de verdad.
Abre el oído y deja entrar en tu corazón la Palabra. Jesús la explica para ti.
Gracias, Jesús, por explicarme la Palabra.
Gracias, Jesús, por compartirme los proyectos del Padre.
Gracias, Jesús, por llenarme de gracia y de verdad.
Gracias, Jesús, por tu palabra que hace arder mi corazón.
Dile a Jesús que se quede contigo, que te han entrado ganas de caminar a su lado. Siéntate a la mesa con Él.
Ante mi sorpresa, Tú partes el pan y me lo das.
Te reconozco: ¡Eres el Señor!
¡Eres mi camino, mi verdad y mi vida!
Quédate siempre, conmigo.
Vuelve a Jerusalén, vuelve al gozo, vuelve al sentido de la vida, vuelve a la plenitud. Vuelve a la comunidad a contar lo que has visto.
FELIZ PASCUA!!!. Un abrazo, mi oración y mucha salud. Antón
Insaciables
Final ya del mes de abril, el de las aguas mil. Y así habrá sido en más de un lugar de la geografía mundial. Y así NO habrá sido en más de otros lugares de esta misma geografía. Ya lo decía el antiguo memorial popular: ‘Nunca llueve a gusto de todos’. Esto me lo está gritando alguna otra melodía también conocida: ‘Así como viene el viento, habrá que ponerse la capa’.
Está claro: vivimos en una casa y habrá que aprender a convivir en ella. Al parecer, después de tanto tiempo, aún somos ignorantes, poco o mucho; desconocemos cómo es nuestra piel material, la que nos sostiene, la que nos nutre, la que nos acompaña siempre. Aún no hemos aprendido a bailar con la piel de la tierra, con el ritmo del aire y con los sueños de las raíces cuando contemplan las estrellas.
No pretendo decir nada especial, ni poético, ni literario, ni cultural, ni económico y menos geoestratégico. No entiendo nada de todo esto. De lo que sí sé, una pizca sin duda, es del ser humano. Sé que todos, en nuestra medida, somos insaciables. Y si se nos toca donde no se debe saltamos y somos capaces de todo como, por ejemplo: investigar cómo matar sin que se nos note demasiado que matamos. Investigamos cómo sobrevivir a costa de todo y de todos. Somos insaciables. Cada uno en lo suyo. Cada uno en lo que considera intocable.
Insaciables.
Eso es lo que somos.
En la vieja plataforma de mi infancia solía escuchar una manida melodía tan real como lo que estoy diciendo más de cincuenta años después: TODOS QUEREMOS MÁS.
Y últimamente este mantra se pasea por nuestras calles como: ¡Lo quiero todo! Por las calles de Internet y a ritmo de cincogé, también. Hasta llego a pensar que este mantra es el adeene inconfesable de la IA.
Insaciables.
Yo también, no sé si el primero, el último o uno más de tantos.
Ignoro si tengo razón o no, poco importa. Pero es muy cierto que hay humanos, como siempre fue en la historia, que son aún más insaciables: TODO es poco para ellos.
Esto lo sabe la Tierra de nuestro Planeta y de tiempo en tiempo, como experimentada profetisa, nos lo dice con su voz de trueno o con su silencio sepulcral que es el olvido.
Insaciable ser humano, que somos tú y yo, párate, cuídate y escucha.
A continuación se encuentran los comentarios del domingo 30 de abril. Los dos comentarios y los dos bíblicos.
Lc 24,13-35. La frustración se apodera de los dos discípulos en el camino de Jerusalén a Emaús, momentos por los que a veces pasa el seguidor de Jesús. Fue necesaria la presencia de Jesús y salir al encuentro de ellos para revisar sus experiencias y recuperar su ilusión.
Estamos en la mitad del camino de la Pascua. Tercera semana de las seis programadas. Y estoy seguro de que todo irá la mar de bien, para unos. Y no tan bien para otros. Nunca llueve a gusto de todos y en estos días del abril primaveral menos que en otros años, dicen por estas tierras. Se va haciendo realidad poquito a poco que ‘el desierto de los lares africanos se comienza a sentir de los altos Pirineos hacia abajo’ o hacia el sur. Así, pues, la experiencia de la Pascua comienza a sintonizar con la sombría presencia de la sequía y la sed.
En otro orden de cosas, o en el mismo pero desde otra óptica contemplativa, confieso que mi par de burbujas dejaron de ser tales y por distintos y muy distantes motivos. La una dejó de ser burbuja por haberse reducido a tan mínima expresión que dejó de existir, como si fuera la llamita de una vela que se apagó definitivamente. Era la burbuja del gas del ojo derecho. La otra burbuja se agrandó tanto y tanto que dejó de serlo por no conocer sus límites exteriores. A veces pienso que acabó por desaparecer como esos globos que explotan convertidos en millón de añicos. Sean como sean estas realidades, lo cierto es que sin burbujas se vive mejor. Sin burbujas mejor, pero sin agua no.
Aunque sea con cierto humor, la presencia de estas burbujas nos ‘hace la pascua’ y, en cambio, el agua ‘es la pascua de la vida’. Esta agua nos permite pasar de la muerte a la luz. Y por eso me sigo admirando preocupado por tanta investigación planetaria en busca de las presencias del agua de planeta en planeta. Y me digo: si fueran estos tales ricos de poder y de pasta como ‘El Principito’, de quien hablaba en estas presentaciones la semana pasada, ya habrían encontrado aquí el ‘asteroide ese’ que sólo se ve y encuentra con el corazón o, ¿también, en el corazón?
Ahora escribo contigo. Mañana viajo para encontrarnos. Y al tercer día ‘RESUCITAREMOS‘. La vida no se detiene, no tiene prisas, tampoco pausas; tiene caminos y caminantes. Por esta precisa razón tan elemental nos seguirá sorprendiendo siempre ese relato imaginado por el Evangelista Lucas y que llamaremos ahora ‘El camino de Emaús’. Por él contemplamos siempre la presencia de una trinidad humana: tú-otra-yo. Conocidos, pero no del todo. Desconocidos, pero no tanto. Y, ¿sólo comprendidos cuando nos compartimos? Exacto.
A continuación se encuentran los comentarios del domingo 23 de abril, día del libro o, tal vez, ‘del escrito leído con cuatro manos y sus cuatro ojos’.
Acércate a Jesús para tener vida. Por muy cerradas que estén tus puertas, Él quiere y puede entrar en tu vida, se pone en medio, es Fuente de Vida. Te regala la PAZ. En todos los anocheceres de tu vida, Jesús viene siempre a tu encuentro.
Mi corazón te espera. Ven, Señor Jesús. Dame la paz.
Mira las manos y el costado de Jesús. Son las señales del amor y de la victoria. Con ellas podrás caminar del miedo al anuncio misionero, del individualismo a la universalidad, de la incertidumbre a la esperanza.
Muéstrame, una y otra vez, tu amor. Sin ti me encuentro desamparado/a. Quita de mi corazón todos los miedos. Reavívame la esperanza.
Alégrate al ver al Señor. No le pierdas el rastro a la alegría que Él te regala.
Sopla sobre mí y envíame tu Espíritu. ¡Cuánto necesito su valentía! Dame la paz para que pueda ser testigo de tu amor.
Vive tu fe en comunidad. La comunidad no es un lujo, sino una necesidad para que descubras la presencia de Jesús; en ella puedes oír la fe a tus hermanos y hermanas. Su testimonio es un ruido ensordecedor de las cascadas de la vida nueva:
«Hemos visto al Señor».
Expresa tu fe. Dile a Jesús lo que el Espíritu pone en tu corazón. El no mira tus pecados, sino tu fe. ¡Dichoso tú si crees en Jesús!
Señor mío y Dios mío. Gracias por tu amor gratuito y total. Dame fuerza para ponerme en medio, como Tú, y seguir amando y sirviendo, como Tú.
Jn 20,19-31. Lo maravilloso ocurre en lo oculto delante de tus ojos, en lo imprevisible, en el momento más inoportuno o en el momento más inesperado. Y en medio, has de creer que todo sucederá. ¿Creerás aunque no veas grandes señales?
“He resucitado y aún estoy contigo. Has puesto sobre mí tu mano: tu sabiduría ha sido maravillosa. Aleluya”. Cristo ayer y hoy principio y fin alfa y omega. Suyo es el tiempo y la eternidad. A él la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Amén. Señor, Dios de la Vida, remueve la piedra de nuestro egoísmo, la piedra que ahoga nuestra esperanza, la piedra que destruye el entusiasmo, la piedra que cierra el corazón al perdón. Resucita en nosotros la alegría, las ganas de vivir, el deseo de soñar. Haznos personas resucitadas, que no se dejan envolver por la muerte, sino que cuidan y alientan siempre el germen de vida en el que creen.
El Sábado Santo se caracteriza por un gran silencio, por una vigilancia atenta, por una espera esperanzada.
Deja el ruido de la calle, de la casa, del trabajo; al menos por un día. Busca un lugar tranquilo y apartado, donde puedas estar a solas, largo rato. Una vez allí, deja fuera los ruidos que te habitan por dentro. Silencia también tus pasiones, tus rebeldías, tus culpabilidades.
Busca el silencio y la soledad, ten alerta el corazón, donde se escucha la voz el Espíritu. Tu corazón puede ser hoy el lugar de la espera, donde se levantan las esperanzas malheridas por la muerte y se pone en pie la alegría.
El silencio de este día es muy hondo, pero no es un silencio triste. Jesús viene a desencadenar toda alegría, a poner en marcha de nuevo gestos concretos, a hacer que el amor sea amor cercano.
¡María! Vive este día con Ella. Saborea su silencio, su vacío, su soledad. No puede vivir sin Jesús. Lo han echado fuera de la tierra de los vivos y Ella lo busca con el amor de su alma. La Iglesia se une a María en su espera, únete también tú a Ella.
¡Qué bueno que esperes con María al Amado que atisba ya por las ventanas, que viene jadeante al encuentro! Ya se oye su voz, ¡qué dulce es su voz en la oscuridad!: «¡Levántate, amada mía, hermosa mía! ¡Ven a mí! La muerte ha sido vencida para siempre. Los inviernos que intentaban paralizar la vida de la humanidad ya han pasado; ahora asoman ya los brotes de la viña, cantan las aloyas y el perfume de las flores se extiende por el valle».
Al atardecer, ponte en camino; la alegría no la puedes celebrar a solas. La sed encaminará tus pasos hacia el manantial, para que te inunde el agua viva del bautismo. De la soledad ponte en camino hacia la comunidad, para entrelazar tus manos con las manos de muchos hermanos y hermanas y cantar con ellos: «Todas mis fuentes están en ti» (Sal 86). Las dudas, que han puesto polvo en tus pies, se lavarán al confesar, con toda la Iglesia, tu fe y tu amor en Jesús vivo.
Entra en la Noche Santa con tu cirio para encenderlo en el fuego de Cristo. Lleva preparados tus vestidos de fiesta para danzar con María, con la humanidad, con toda la creación, la música universal del amor.
Encuéntrate con Jesús, lleno de luz y belleza, que viene a tu encuentro. Abrázate a Él, es el amor de tu vida. Dile, en el colmo de tu asombro: ¡Todo lo has hecho bien!
Feliz Pascua. Un abrazo, mi oración y mucha salud. Antón
Enhorabuena, Pascua de Luna Llena.
En realidad, la verdad cosmológica constata que la primera Luna Llena de primavera nos visitó en todo su esplendor en la noche del pasado jueves, el jueves santo de la despedida, día 6 de abril. Y a partir de ahí, muy lenta e imperceptiblemente es cierto, comenzaba esta misma luna su nueva fase llamada ‘Menguante’. Y en este camino de luna, sol, cielo, tierra y mar estamos, nos movemos, respiramos y vivimos. Y en este camino, el mismo, continuamos los humanos con nuestras alforjas llenas de saberes e ignorancias que nos hacen ser yo, tú, él, nosotros… Tan iguales como diferentes.
Para esta celebración de la pascua en el ámbito de nuestra católica iglesia se nos presenta la oportunidad de contemplar muchas ‘caras’, ‘escenas’, ‘personas’, ‘facetas’, ‘enfoques’, ‘sugerencias’, ‘motivos’… Será imposible prestar atención a todo, por eso, me he permitido hacer mis propias elecciones. Las comparto y estoy seguro que a unos les parecerán oportunas, a otros interesadas y a más de uno irrelevantes. Hay personas para todo, como se dice en las estadísticas.
Reconozco que va a ser así. Sobre todo ese ‘asunto’ interesado. Quienes ya son habituales como lectores y me conocen saben de mis debilidades y tendencias. No podía dejar en silencio en una ocasión tan importante, como es este tiempo de la PASCUA, a María Magdalena, esa mujer tan silenciada como rememorada, pecadora para muchos y evangelizadora como pocos en la historia del seguimiento de Jesús de Nazaret. Ninguno de los cuatro Evangelios se olvidó de esta mujer en la hora final de la presencia del laico de Galilea entre nosotros y en su tierra.
Pero, seguramente, nadie como el Evangelista Juan la colocó en lugar tan señalado y central, tan de primera línea, y a la vez tan humana. Aunque…, siempre me voy a quedar, personalmente, sin una rica miel en los labios. Esa rica miel se traduce en «y me ha dicho esto y esto». ¿Qué le dijo el resucitado o revivificado Jesús de Nazaret en aquel huerto de los enterramientos? Y, ¿qué les contó esta mujer a los discípulos reunidos en aquel primer CONGRESO, SÍNODO, COLEGIO, IGLESIA, o como se le quiera llamar? Aquel Evangelista nos lo dejó todo a la imaginación de sus lectores. Pues que cada cual imagine…
Y por esa razón, otra más, me he atrevido a imaginar también. Y en esa segunda página o comentario de este domingo he escrito la tercera parte de ‘Mi credo’. Los lectores recordarán las dos partes anteriores de esta confesión: Creo a Dios, creo a Jesús de Nazaret y, ahora, creo al Espíritu.
No pretendo nada especial con este intento, sólo una cosa: imaginar, como me sugiere el Evangelista Juan y su Evangelio. ¿Puedo imaginar? Claro. ¿Puedo expresar mi propia confesión? Clarito también. Este Juan Evangelista me lo está diciendo cuando nos presenta a su María Magdalena en este capítulo vigésimo de su Evangelio y nos lo volverá a decir en el siguiente y último capítulo: «Otras muchas cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, me parece que los libros no cabrían en el mundo» (Juan 21,25). Escribir es, me lo dicen mis adentros, una de las mejores maneras de leer, respirar y vivir con aprovechamiento.
A continuación se encuentran los dos comentarios aquí presentados.
Y en el archivo adjunto se encuentran también ambos comentarios. Felices encuentros.
Mt 26,14-27, 66. Dios crucificado es humilde y paciente, que respeta hasta el final la libertad del ser humano. Los cristianos seguimos celebrando al Dios crucificado, para no olvidar nunca el «amor loco» de Dios a la humanidad.
La luz atrae a nuestros ojos, la verdad atrae a nuestra inteligencia, pero “la amorosa madre de la gracia de Dios” nos mete en la noche para que podamos ver mejor, para estar de verdad ante la Verdad, para estrenar un camino de libertad, para descubrir a Jesús. Desde la noche somos buscadores de luz.
JESUS TE HABLA en la noche. Escucha su palabra en el silencio. Quien escucha su palabra está en estado de conversión permanente. “Solo la escucha del corazón permite que la Palabra despliegue su fuerza transformadora” (Dei Verbum 25).
En la noche dichosa, en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa, sin otra luz y guía sino la que en el corazón ardía.
JESÚS TE CURA en la noche. Hemos luchado contra nuestras miserias, pero ahí siguen. Déjate curar las enfermedades y faltas que descubres en ti. San Juan de la Cruz nos regala su luz para percibirlas (extraído del comentario a la Noche Oscura, libro primero): extraído del comentario a la Noche Oscura, libro primero):
Jesús te cura en la noche de la soberbia oculta: que consiste en condenar en el corazón a otros cuando no los vemos como a nosotros nos gustaría. No querríamos que nadie pareciese bueno sino nosotros. Buscamos tratar con personas que nos alaben y estimen. Coloreamos los pecados. Más nos vamos a excusar que a acusar. Somos enemigos de alabar a otro y amigos de que nos alaben. Necesitamos la curación de Dios en la noche para aprovechar con la humildad, para tener a los demás por muy mejores; para sentir gran deseo de que nos enseñe cualquiera, para gozar con que los demás sean alabados.
Jesús te cura en la noche de la avaricia espiritual: que consiste en no hallan el consuelo que querríamos en las cosas espirituales, todo lo cual es muy en contra de la pobreza de espíritu. Cuando se nos acaba el sabor y el gusto en las cosas espirituales, nos hallamos desabridos, nos airamos muy fácilmente por cualquier cosilla. Nos airamos contra los vicios ajenos, haciéndonos dueños de la virtud. Tenemos tanta impaciencia que querríamos ser santos en un día. Necesitamos que Dios nos cure en la noche para dar a Dios gusto y no a nosotros mismos en nada. dar a Dios gusto y no a nosotros mismos en nada.
Jesús te cura en la noche de la gula espiritual: Que consiste en matarnos a penitencias, ayunos, sin orden ni consejo. Nos parece que no servimos a Dios cuando no nos dejan hacer lo que queremos. Tenemos el gusto y la voluntad propia como Dios. Todo se nos va en gustos, más que en reverenciar y alabar con humildad a Dios. Necesitamos que Dios nos cure para perseverar con paciencia y humildad, desconfiando de nosotros, solo para agradar a Dios. Jesús te cura en la noche de la envidia y acidia espiritual:Que consiste en sentarnos mal el bien espiritual de los otros. No querríamos verlos alabar. Nos entristecemos de las virtudes ajenas. Querríamos ser preferidos en todo. Medimos a Dios con nosotros y no a nosotros con Dios. Necesitamos que Dios nos meta en la noche para llegar a holgarnos de que todos nos lleven ventaja.