BOLINOTICIAS (Abril 2018)

Misión en Bolivia

nazarethComo fruto y compromiso de la celebración del Centenario de nuestra Congregación (1995), los Misioneros de la Sagrada Familia llegamos a Bolivia –corazón de América Latina, el país más pobre de la región, después de Haití– el 9 de abril de 1997. Este nuevo frente misionero interprovincial fue asumido por nuestras Provincias latinoamericanas, a las que en el año 2001 se incorporó la Provincia española. Actualmente, la comunidad está formada por cinco miembros: P. Luis López (España), P. Cristian Cárdenas (Chile), Hno. Héctor Pinto (Chile), P. Léo Fiorin (Brasil) y P. Loacir Luvizon (Brasil), residiendo en dos casas. Cada uno de nosotros seguimos perteneciendo a nuestras respectivas Provincias de origen, pero jurídicamente la comunidad depende del Gobierno General

  Nuestro carisma específico consiste en “estar cerca de los que están lejos”. Optar por una misión en Bolivia, país “mediterráneo” (sin acceso al mar), con inmensas riquezas materiales y espirituales, pero empobrecido, marginado y excluido a lo largo de los siglos, no fue una casualidad, sino el resultado de un sueño largamente acariciado, compartido, estudiado, analizado y rezado, en el contexto de la celebración del primer centenario de la fundación de nuestra congregación.

Santa Cruz de la Sierra, ciudad que ha experimentado un crecimiento poblacional desmesurado y caótico, nos acogió con los brazos abiertos. Nos ubicamos en la periferia, al margen del progreso, lejos de las luces de la ciudad, entre la tierra o el barro, sobre el octavo anillo y más allá, junto a la gente pobre y desarraigada, procedente del interior del país, con sus diferentes culturas, tradiciones y modos de vida, con las posibilidades y riesgos, dificultades y desafíos que comporta; en medio de familias desintegradas también por la desorbitada emigración fuera del país. Formar una comunidad misionera internacional es la mejor forma de anunciar con el ejemplo que es posible vivir la diversidad en armonía en un país pluricultural y multiétnico.

Nuestro objetivo consiste en dinamizar la vida comunitaria y vivir el espíritu misionero interprovincial y pluricultural dando testimonio de la simplicidad, sencillez y hospitalidad características de la Sagrada Familia, haciéndonos cercanos y solidarios con los pobres que viven en nuestras comunidades y esforzándonos permanentemente en la inculturación y promoción de una evangelización liberadora.

Nos mueve la mística de la Sagrada Familia. Mística de la encarnación, del anonadamiento, de la inculturación; lo que nos exige poner en un segundo plano –sin perder nuestra identidad, sin dejar de ser lo que somos– nuestros esquemas mentales, nuestras seguridades, nuestro “mundo”, el apego a nuestra nacionalidad, para acoger y entrar en diálogo y reciprocidad con otras formas de entender la vida, buscando juntos y tratando de encontrar caminos comunes para vivir el evangelio. Para lograr todo esto se requiere un sentido profundo y sereno de la paciencia, respetando ritmos diferentes, adoptando una actitud de apertura y docilidad para dejarnos evangelizar por los pobres.

Actualmente desarrollamos nuestra misión evangelizadora en dos parroquias, organizadas cada una de ellas como Comunidad de comunidades, un Centro de Espiritualidad y Formación, un Centro Infantil y dos comedores infantiles. Entre los desafíos de la misión podemos destacar: el fortalecimiento de la vida comunitaria, la incorporación efectiva de todas las provincias latinoamericanas, mantener vivo el entusiasmo misionero, mejorar la calidad de vida de los más pobres, la inserción en las distintas áreas pastorales y sociales, la promoción, formación y acompañamiento de líderes y agentes pastorales, la atención especial a los niños, jóvenes y familias en sus múltiples necesidades y la Pastoral Juvenil-Vocacional.

En un país terriblemente convulsionado y polarizado, un país que, en medio de dificultades y riesgos, intenta reconstruirse; en un país donde los pobres y excluidos durante siglos son ahora protagonistas en las personas de sus dirigentes, lo que nos corresponde es seguir proponiendo un estilo de vida en consonancia con los valores del Evangelio. Para ello, nada mejor que acompañar, apoyar, dar protagonismo, animar al pueblo, a las familias y comunidades eclesiales de base, suscitando líderes, esforzándonos en la difícil y delicada pastoral vocacional, despertando vocaciones nativas, colaborando y poniéndonos en comunión y sintonía críticas con la Iglesia local y con la Vida Religiosa. Muy conscientes de que la Misión no es obra nuestra, sino de Dios y de que lo mejor que podemos hacer es dejarnos iluminar y conducir por el Espíritu Santo.

Luis J. López, msf en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia)