SEGUIMOS PROFUNDIZACIÓN EN EL EVANGELIO DE MARCOS CAPÍTULO 8

1CAPÍTULO 8

SEGUIMOS PROFUNDIZANDO EN EL EVANGELIO DE MARCOS CAPITULO 7

7 HACIA LOS GENTILES

 

DÍA DE REFLEXIÓN ENTORNO A LA FIGURA DEL P. BERTHIER Y LA MISIÓN.

El día 16 tuvimo el encuentro provincial de formación sobre la figura del P. Berthier y la misión que nos lo ofrecio el P. Fernando msf

Os lo ofrezco:

El legado del P. Berthier y la Misión hoy . Charla Provincia. Diciembre 2022

Diciembre 2022

HE TRADUCIDO UNA ARTICULO SOBRE EL DISCERNIMIENTO.

OS INVITO A LEERLO Y REFLEXIONARLO:

La sfida del discernimento vocazionale nell

La sfida del discernimento vocazionale nell’accompagnamento dei giovani

N.04

Luglio/Agosto 2018

 

Desciende al corazón. Reconocer emociones, sentimientos y deseos.

De G. Piccolo

Revista:

1 parte

 

Después de ver la película La gran belleza de Paolo Sorrentino, sentí mucha incomodidad. Un hermano mío con el que fui al cine, comentó lacónicamente: «¿Menos mal que lo pagaste?». Creo que esta incomodidad surge del hecho de estar frente a escenas yuxtapuestas que no tienen un hilo aparente que las ate. En cambio, tendemos a buscar un sentido frente a la realidad, algo que mantenga unidos los fragmentos que nos suceden.

Después de un tiempo, volviendo a reflexionar sobre aquella película, se me ocurrió la idea de que quizás por no contar una historia, Sorrentino contaba la historia del hombre contemporáneo, un hombre que continuamente se encuentra frente a hechos aparentemente sin sentido e incapaces de vincular. cosas juntas, sintiendo un profundo malestar.

El sociólogo Zygmunt Bauman propuso una imagen similar al hablar del hombre contemporáneo como alguien que se encuentra frente a las perlas sueltas de los acontecimientos de su vida, sin encontrar el hilo que las une para hacer un collar.

 

¿Qué es el ejercicio del discernimiento?

         El discernimiento puede definirse como aquel ejercicio hermenéutico que nos permite encontrar sentido en los acontecimientos dispares y fragmentados de nuestra existencia. Constantemente nos enfrentamos a situaciones, eventos, relaciones y percibimos que nos falta algo, no podemos entender exactamente, no encontramos respuestas, no tenemos claridad.

Es precisamente esta carencia la que genera y pone en marcha el discernimiento. El discernimiento, por tanto, no puede aplanarse sobre la cuestión de la elección, sino que presupone una conciencia de lo que hay en nosotros, a partir precisamente de esta falta. Para usar una imagen, podríamos decir que el discernimiento presupone nuestra interioridad como un tamiz. A través del discernimiento primero descubrimos lo que está dentro de nosotros, o lo que está dentro del tamiz, luego decidiremos qué hacer con eso.

El punto de partida es, pues, la conciencia de una falta de sentido. Esta carencia puede leerse en términos positivos como deseo. Emprendemos un camino de discernimiento porque queremos encontrar una respuesta que no tenemos.

Como dice la palabra de-sideración, se refiere sobre todo a un de-oa una falta que nos constituye. Llevamos siempre con nosotros un vacío estructural, una carencia creatural. No tenemos total claridad sobre las cosas, siempre inevitablemente nos falta una pieza, pero paradójicamente es precisamente esa falta la que nos pone en movimiento, nos empuja a la búsqueda, en otras palabras, nos hace vivir. ¡Si no percibiéramos más esta carencia, estaríamos muertos!

 

Jesús Maestro de Discernimiento

Al fin y al cabo, es Jesús mismo quien acompaña a los discípulos ya las personas con las que se encuentra en este camino de toma de conciencia de su propio deseo, necesario para que comience la vida espiritual. En efecto, el Evangelio de Juan podría releerse como una educación del deseo: en el primer capítulo, Jesús se dirige a los discípulos que lo siguen y les pregunta «¿qué buscáis?» (Jn 1,38), qué quieres, qué te falta. En el segundo capítulo no hay vino en Caná (cf. Jn 2, 1-12), a esta pareja le falta lo necesario para celebrar en su vida. En el cuarto capítulo, no sólo falta el agua, sino que Jesús lleva a la mujer samaritana a descubrir poco a poco lo que realmente le falta, un hombre del que se sienta verdaderamente amada, el verdadero esposo, Jesús que le habla (cf. Jn 4, 5- 29 ). Y luego en el capítulo seis la multitud busca pan para continuar su camino (cf. Jn 6, 1-14)… hasta el capítulo 21 donde Jesús resucitado pregunta a los discípulos que han ido a pescar: «¿Tenéis algo para comer ?» y los discípulos no pueden responder otra cosa que «no hemos tomado nada», ponemos nuestra falta delante de ti. Y es de nuevo Jesús quien les da lo que necesitan (cf. Jn 21, 1-12).

 

El discernimiento viene del deseo…

Nos cuesta mirar a la cara nuestro deseo porque significa reconocer este vacío, lidiar con la imperfección y nuestras limitaciones. Pero incluso en el acompañamiento, este solo puede ser el punto de partida: ¿qué estás buscando? Sólo de esta pregunta puede surgir un camino de discernimiento.

Pero la palabra de-siderio también tiene otra parte: sidus – sideris, que significa estrella. Es precisamente esta falta la que también se convierte en dirección. La falta revela el camino por el que emprender. Por supuesto, las estrellas solo se pueden ver de noche, es decir, en un momento de oscuridad. Los deseos surgen cuando las cosas no están claras. En efecto, quien pretende tenerlo todo claro o controlarlo todo, jamás dejará lugar al deseo y jamás emprenderá un camino de discernimiento.

Una imagen de esta capacidad de buscar en la noche nos la ofrece la figura de los magos en el Evangelio de Mateo (cf. Mt 2, 1-11): los magos abandonan las tierras de su seguridad para ir a buscar lo que desear. Sienten alegría al seguir la estrella, ese es su deseo, pero antes de haber encontrado lo que buscan. Y para buscar, están dispuestos a adentrarse incluso en territorios que no conocen y que pueden resultar peligrosos.

         Todavía jugando con las palabras, podríamos decir que cuando en nuestra vida no hay deseos de seguir, nuestra vida se vuelve un des-astro, una falta de estrellas.

 

… Se trata de nuestra afectividad

Si el discernimiento parte del deseo, significa que involucra nuestro mundo afectivo. Si por un lado esto puede hacer atractivo el discernimiento en la cultura actual, en la que las personas, y especialmente los jóvenes, sienten la necesidad de comunicar su afecto, por otro lado es un elemento que complica el discernimiento, por nuestro analfabetismo afectivo, es decir, nuestra dificultad para dar un nombre a lo que se mueve en nuestro interior.

Por lo tanto, necesitamos bajar en nuestro tamiz y tratar de ver qué hay allí. Nuestro cuerpo es nuestro punto de partida: es en nuestra fisicalidad donde se encuentra todo lo que se mueve dentro de nosotros y se convierte en objeto de discernimiento.

Nuestro cuerpo es, ante todo, constantemente estimulado de muchas maneras y nuestro cuerpo reacciona. A estas reacciones inmediatas y automáticas, en las que no hay un componente cognitivo, las llamo emociones. Las emociones son públicas: pueden ser vistas por sus manifestaciones somáticas o pueden ser detectadas por cualquiera mirando los resultados de la resonancia magnética de mi cerebro.

 

… desafía nuestros pensamientos

Pero a veces empezamos a pensar en lo que sentimos. Así nacen los sentimientos, que por lo tanto son generados por nuestros pensamientos, opiniones, interpretaciones. Por eso los sentimientos son privados, son sólo nuestros y son objeto de nuestro discernimiento. Por lo tanto, los sentimientos y los pensamientos están siempre conectados: un sentimiento revela que hay un pensamiento en curso del que tal vez ni siquiera seamos plenamente conscientes, al igual que un pensamiento necesariamente tiene un color y genera un sentimiento. Incluso deberíamos evitar usar dos términos distintos y tratar de introducir un solo término que exprese la unidad indisoluble de pensamiento y sentimiento, podríamos hablar por ejemplo de pensar.

Por lo tanto, podemos identificar un primer nivel de discernimiento, en el que tratamos de reconocer los pensamientos detrás de nuestros sentimientos. Pongamos el caso, por ejemplo, de que Mario tiene que hacer un examen importante y siente miedo. Si Mario preguntara qué pensamiento hay detrás de ese miedo, podría descubrir que está pensando «Nunca lo lograré, no tengo las habilidades…», o el miedo podría mostrar que Mario está pensando «maldita sea», ¡tengo el examen entre una semana y todavía no he leído las últimas 100 páginas!». En el primer caso, el miedo resalta un pensamiento que no es útil, sino dañino y bloqueador, por lo que sería mejor que Mario dejara ese pensamiento en paz. En el segundo caso, el pensamiento es útil y puede empujar a Mario a ponerse a trabajar. Igualmente, en el plano espiritual nos preguntamos si detrás de un sentimiento hay un pensamiento que proviene de lo que Ignacio de Loyola llama el espíritu bueno o el espíritu malo. Digamos que Mario es un novato a quien el maestro le quiere encomendar un encargo, Mario siente un malestar dentro de sí mismo porque es consciente de que no tiene las habilidades para responder a ese pedido, pero por otro lado no quiere da la impresión de no estar disponible, por lo tanto, experimenta un conflicto entre dos pensamientos: «Quiero reconocer honestamente que el padre maestro no sabe exactamente cómo son las cosas» y «¿qué será de tu imagen?». Discernir es pues reconocer, a partir de los sentimientos, qué pensamiento hay detrás y, por consiguiente, qué pensamiento procede del espíritu bueno y cuál del espíritu malo.

         También hay que señalar que a veces los pensamientos no vienen ni del buen ni del mal espíritu, sino que simplemente vienen de mí, de cómo soy, de mi personalidad, de mi historia, de mi cultura… Por eso es fundamental Primero reconozco si un pensamiento me viene. Una vez que reconozco que no viene de mí, entonces puedo preguntarme de qué espíritu viene.

 

La oración como lugar de discernimiento

El lugar privilegiado para reconocer la materia que está dentro del tamiz es la oración. Sin oración, el discernimiento se convierte en un proceso estratégico para la toma de decisiones. Aquí hablamos en lugar de discernimiento espiritual.

Es una oración en la que nos dejamos tocar por la Palabra de Dios, la premisa de la que partimos es que Dios quiere empujarnos hacia el bien, pero al mismo tiempo, el Enemigo intentará impedir que lo logremos. bien. Somos, pues, inevitablemente, un campo de batalla donde tiene lugar la lucha de los espíritus.

A veces podemos tomar actitudes defensivas ante la Palabra de Dios y nos puede parecer que no podemos probar nada, pero probablemente intuimos que podemos ser tocados por la palabra y por eso construimos barreras. Es el caso, por ejemplo, del primer capítulo del Evangelio de Marcos (cf Mc 1, 21-25), cuando Jesús entra en la sinagoga el sábado y hay un hombre que probablemente iba a la sinagoga todos los sábados a escuchar la Palabra de Dios y sin embargo ella nunca se había dado cuenta de que estaba habitada por un espíritu impuro. Sólo cuando Jesús pronuncia esa palabra con más fuerza, ese hombre se conmueve. En efecto, el espíritu impuro dice: «¿Por qué viniste a golpearnos?». De hecho, la Palabra de Dios nos golpea y cuando nos golpea nos puede hacer daño. El espíritu impuro sabe quién es Jesús, así también nosotros, precisamente porque conocemos a Jesús, evitamos ser tocados por su palabra.

La Palabra de Dios nos toca y suscita en nosotros sentimientos que revelan u ocultan los pensamientos que están pasando en nosotros.

 

El discernimiento requiere tiempo, autenticidad, paciencia

Así comprendemos por qué el discernimiento no se pone de moda. De hecho, requiere responsabilidad personal. Hoy, sin embargo, vivimos en una cultura en la que es difícil asumir la responsabilidad, es una época en la que no hay padres ni maestros. La gente, incluso los jóvenes, prefieren delegar sus elecciones, buscan al gurú o al líder carismático a quien transferir su responsabilidad de elegir. También hay quienes prefieren confiar en la espontaneidad, pero la espontaneidad nunca es autenticidad. Somos auténticos cuando reconocemos los vientos que soplan en nuestro barco y decidimos cómo usarlos para ir a donde hemos elegido ir. Si por el contrario nos dejamos empujar por los vientos sin reconocerlos o sin utilizarlos, acabaremos en playas que no hemos elegido o incluso chocaremos contra las rocas. El discernimiento, por tanto, lleva tiempo, como nos enseña la parábola del trigo y la cizaña (cf. Mt 13, 24-30). Al principio el trigo y la cizaña son parecidos, hay que esperar a ver qué quita vida y qué da vida. Lo mismo es cierto para nosotros: necesitamos mirar dentro de nosotros mismos y gradualmente tomar conciencia de lo que viene de Dios y lo que viene del Enemigo. Pero en algún momento habrá suficiente claridad para poder decidir y ahí tenemos la responsabilidad de hacerlo. Es un poco como cuando tenemos que armar un rompecabezas: no necesitamos tener todas las piezas para entender qué imagen está saliendo. En algún momento tendremos suficientes fichas para entender de qué se trata. En efecto, en la vida, de hecho, nunca tendremos todas las cartas disponibles. La vida es un rompecabezas en el que siempre faltarán algunas piezas. Algunos se engañan a sí mismos esperando tener todas las piezas para decidir y por eso se quedan indecisos de por vida.

 

Parte II

Usa tu cabeza.

 

Interpretar la voz de Dios entre pensamientos, palabras y espíritu

En los Ejercicios Espirituales, Ignacio de Loyola nos ofrece una serie de reglas para afrontar el discernimiento. Ignacio las introduce con estas palabras: “Reglas para sentir y conocer de alguna manera los diversos movimientos que se producen en el alma: los buenos para acogerlos y los malos para rechazarlos; y son más propias de la primera semana». El supuesto antropológico que subyace en las consideraciones de Ignacio es, por tanto, que existe una regularidad en el funcionamiento de nuestra interioridad, aunque se trata de una regularidad aproximada, no matemática, como lo demuestra la expresión «de alguna manera» que Ignacio añade en el título. El término regla ha de entenderse por un lado en el sentido etimológico, es decir, lo que tiene que ver con el ‘regla’, con una medida con la que comparar. Las reglas son medidas por las cuales puedo evaluar lo que hay en mí. La otra referencia, que ciertamente Ignacio tiene en mente, es el uso de la regla monástica: las reglas como modelos de referencia. Las reglas que veremos en breve se adaptan específicamente a un momento particular en el que se produce la elección, es decir, la elección. De hecho, Ignacio distingue tres tiempos de elección [EE 175-177], es decir, tres situaciones en las que nos podemos encontrar cuando estamos a punto de elegir:

  1. Primera etapa [EE 175]: posibilidad de intervención directa del Espíritu Santo sobre la voluntad, tan convincente que lleve a elecciones precisas, indiscutibles, definitivas.
  2. Segundo movimiento [EE 176]: la búsqueda de la voluntad divina a través del discernimiento de las mociones. Y aquí es donde encaja mejor el uso de las reglas que veremos.
  3. Tercera etapa [EE 177]: razón activadora.

Primera vez: el tiempo de la revelación

    Green lo llama el tiempo de la revelación.

El mismo Ignacio lo había experimentado: en su autobiografía cuenta que, habiendo tomado la resolución de no comer carne, una mañana se le presentó la visión de una carne lista para ser comida y, a pesar de su intención, no pudo dudar del consentimiento de ser dado a este empuje. Es importante señalar lo siguiente, a saber, que Ignacio verifica lo que ha vivido con el confesor.

Segundo tiempo: el tiempo propicio para el discernimiento

Es el método que prefiere Ignacio. Sólo éste, en efecto, es el momento adecuado para el discernimiento. En este tiempo se le asigna prioridad al elemento afectivo, no al intelectual. Aquí es donde se deben considerar las consolaciones y las desolaciones. Este método según Ignacio debe privilegiarse sobre el tercer período porque aquí hay una intervención directa de Dios aunque debe reconocerse con prudencia.

Tercera etapa: razonamiento intelectual

En el caso de que el recurso al discernimiento de espíritus no haya producido los resultados deseados -ya sea porque los espíritus no nos agitan, o porque no se ha llegado a una solución satisfactoria, o porque la propuesta «no parece buena»-, es necesario pasar al “tiempo de quietud” o, como indica el Directorio autografiado, en la tercera modalidad del razonamiento intelectual. La condición necesaria es que goce de libertad y tranquilidad: «Cuando el alma no esté agitada por varios espíritus y use libre y tranquilamente sus facultades naturales» [EE 177,3].

 

la regla fundamental

Además del momento de la elección, a la hora de considerar nuestros movimientos afectivos (segunda mitad), Ignacio también distingue una serie de reglas más adecuadas para la primera semana (para quienes están al inicio de un camino espiritual, pero que se puede utilizar también en otros momentos, cuando se nos ocurra volver como al principio de nuestro camino espiritual) y reglas de la segunda semana más adecuadas para los que están más avanzados en el camino espiritual. Esta distinción se encuentra en las dos primeras reglas [EE 314-315] que condensan lo que podríamos definir como la regla fundamental. Es necesario aclararnos si vamos de pecado mortal en pecado mortal, es decir, si vamos hacia nosotros mismos, hacia el egoísmo, la sensualidad, la soberbia, la venganza… o si vamos honestamente hacia Dios, como podemos, tratando de comprometernos con nuestras fuerzas. En cada una de estas dos situaciones, el espíritu bueno y el espíritu malo actuarán diametralmente opuestos:

  • Si una persona va hacia su ego, entonces el mal espíritu tratará de confirmarlo en esta situación actuando sobre sus canales afectivos, dándole satisfacción, placer, autosatisfacción.
  • Si una persona va hacia su ego, entonces el buen espíritu tratará de disuadirla, creando agitación, inquietud, por medio del razonamiento, pues los canales afectivos ya están ocupados por el mal espíritu.
  • Si una persona va a Dios, el buen espíritu la animará, le dará consuelo, apoyo, confianza.
  • Si una persona va hacia Dios, el espíritu malo tratará de frenarla, sobre todo apoyándose en pensamientos, creando razones falsas, magnificando obstáculos, confundiendo el rostro y la Palabra de Dios.

Aunque es bastante sencillo reconocer cuando vamos hacia Dios, es más difícil reconocernos cuando vamos hacia nosotros mismos, es decir, cuando estamos en situación de pecado. Por eso es importante recordar que las reglas del discernimiento se insertan en el curso de los Ejercicios que inevitablemente se desarrolla en un contexto dialógico, donde el practicante está acompañado por el que imparte los Ejercicios. Este aspecto es relevante porque cuando estamos en una situación de pecado, sólo otro puede reflejarnos y ayudarnos a tomar conciencia de él, como en el episodio en el que el profeta Natán le cuenta a David una historia para ayudarlo a reconocer lo que está viviendo (cf. 2Sam 12).

 

Dentro de nuestro analfabetismo emocional

Una de las dificultades del discernimiento es la incapacidad de nombrar nuestros movimientos o nuestros sentimientos. Nuestro analfabetismo afectivo es ciertamente una de las razones por las que no alcanzamos a discernir. Por eso Ignacio define dos grandes grupos de sentimientos, en función de la dirección del movimiento: los que nos hacen sentir que vamos hacia Dios, y que Ignacio recoge bajo el nombre de consolación, y los que en cambio nos hacen sentir alejados de Dios. Dios y que Ignacio llama desolación [EE 316-317]. De esta distinción deriva la primera regla general [EE 318]: cuando estamos en el tiempo de la desolación es mejor no tomar ninguna decisión o no cambiar la decisión tomada antes en el tiempo de la consolación. En la desolación estamos de hecho más expuestos al soplo del espíritu maligno, tenderemos a tomar decisiones basadas en la ira, el desánimo, la desilusión… Ignacio presta más atención a las situaciones de desolación porque son ciertamente las más arriesgadas (y las más frecuente). Como en situaciones de desolación no podemos tomar decisiones ni cambiar las tomadas anteriormente, podemos sin embargo tratar de cambiarnos a nosotros mismos, tratando de intensificar la oración, la meditación, examinándonos más, haciendo alguna penitencia [EE 319]. Ya aquí vemos que Ignacio cree que la desolación se puede superar mediante un esfuerzo de la voluntad que reacciona a la tentación de seguir la dirección que la desolación desencadena. La desolación también puede ser, como vimos en la exposición de la regla fundamental, un modo en que Dios quiere llevarnos de vuelta a él o sacar a relucir nuestros recursos. De hecho, Ignacio especifica que incluso en la desolación, aunque tengamos la sensación de estar lejos de Dios, no nos quedamos sin la gracia suficiente [EE 320]. En la desolación falla la ayuda extraordinaria de Dios, pero no la gracia ordinaria con la que podemos hacer frente a las situaciones. Hay que relacionar esta regla con lo que dice más adelante Ignacio [EE 322] sobre las razones por las que Dios a veces puede ponernos en una situación de desolación: debemos preguntarnos, por ejemplo, sobre la forma en que estamos llevando a cabo nuestra vida espiritual. vida, tal vez Dios quiera sacudirnos de nuestra tibieza, de la pereza, de la pereza. En segundo lugar, podría ser una forma de tomar conciencia de nuestros recursos: cuando no tenemos el viento en las velas, necesitamos remar y así iremos descubriendo nuestras fuerzas sin depender necesariamente de la ayuda que pueda venir de fuera. Usar una imagen es como un caballo que aprende a correr sin estar siempre estresado por los terrones de azúcar. También puede ser una forma en que Dios nos haga darnos cuenta de que el consuelo no depende de nosotros y que no se debe a nuestro propio mérito. Ignacio utiliza la imagen de alguien que hace nido en casa ajena, es decir, alguien que se apropia de algo que no es suyo. Esta desolación es, pues, fisiológica en el curso del camino de aquellos que progresan en la vida espiritual, pero que podrían ser inducidos a atribuir el mérito de su progreso a sus propias capacidades. En otras palabras, Dios nos remite a la gratuidad de lo que vivimos. El practicante aprenderá esto aún mejor en la contemplación para alcanzar el amor [EE 230-237], cuando, al final de los Ejercicios, abrirá los ojos al hecho de que todo en su vida es un don. Y estos regalos obviamente también incluyen consuelo. La imagen de un barco luchando con los diferentes vientos que lo mueven continuamente podría dar la idea de una persona que está constantemente experimentando estados de ánimo muy diferentes. En cierto sentido es cierto, porque siempre somos un campo de batalla, para usar otra imagen de Ignacio, ya que Dios siempre nos empuja hacia el bien y el Enemigo de la naturaleza humana trata de impedir que alcancemos nuestro bien. Precisamente para evitar este desagradable mareo entre las olas de la vida, Ignacio sugiere unas reglas muy sencillas, que nos ayudan a encontrar un equilibrio en la vida para no ser personas que pasen de un extremo a otro. De hecho, si cuando estamos en la consolación estamos en el séptimo cielo y cuando estamos en la desolación nos hundimos bajo tierra, los demás nos percibirán como personas poco confiables e impredecibles.

 

Trucos para vivir en equilibrio en la vida ordinaria

Por eso, Ignacio sugiere algunos trucos que nos ayudan a mantener un cierto equilibrio en la cotidianidad de la vida. Cuando estamos en desolación, es necesario ejercitar la virtud de la paciencia [EE 321]. De hecho, la tentación tratará de persuadirnos de que el túnel nunca terminará. La paciencia nos ayuda a caminar para avanzar hacia la salida del túnel. En la desolación es necesario recordar que tenemos la gracia suficiente, es decir, la fuerza necesaria, para afrontar las dificultades de la vida[324]. La paciencia y la esperanza son, pues, las actitudes que deben ejercitar los desolados. En cambio, cuando estamos en la consolación es necesario progresar en la virtud de la humildad, recordando que esa consolación es un don, no nos pertenece y puede terminar. El consuelo es, por tanto, el momento en que repostamos [EE 323], ¡como los coches de carreras en la parada en boxes! Recibimos energía para enfrentar el tiempo de desolación que inevitablemente llegará tarde o temprano. Las tres últimas reglas [EE 325-327] están dedicadas específicamente a describir algunas de las formas en que el Enemigo obra dentro de nosotros para alejarnos del bien hacia el que Dios nos empuja. Podemos llamar a la primera de estas reglas una invitación al agere contra, es decir, a reaccionar en el sentido contrario a la tentación, una vez que la hemos descubierto. Ignacio utiliza la imagen de la relación hombre-mujer. Hoy esta comparación es algo impopular, pero tal vez Ignatius había captado un aspecto de la psicología femenina. La idea de Ignacio es que si nos mostramos débiles ante la tentación (frente a una mujer), entonces la tentación cobrará más fuerza y nos vencerá. Por lo tanto, es necesario no mostrarse débiles, no aceptar pasivamente lo que el Enemigo está obrando dentro de nosotros. Pensemos, por ejemplo, en lo que sucede cuando estamos en un plano inclinado: si avanzamos en la dirección del plano inclinado, solo podemos caer, si en cambio nos movemos en la dirección opuesta, entonces podemos volver a colocar el plano. balance. Por ejemplo, si tenemos la tentación de ponernos siempre en el centro de las situaciones y nos damos cuenta, podemos intentar dejarnos de lado incluso cuando no sería necesario. Ignacio aplicó esta regla, por ejemplo, al tiempo de oración: si la oración es seca y queremos reducir el tiempo que hemos fijado para la oración, el consejo es reaccionar y orar un minuto más del tiempo fijado. En la segunda regla, Ignacio compara al Enemigo con un falso amante que intenta seducir a una muchacha de buena familia oa una mujer casada. Lo que Ignatius quiere resaltar en la forma de actuar del Enemigo es el afán de mantenerlo todo oculto, quizás bajo el pretexto de la vergüenza o la buena reputación o la irrelevancia o inutilidad de compartir. Cuando sentimos el impulso de mantener todo oculto, dice Ignacio, es necesario en cambio encontrar oportunidades adecuadas para discutir lo que sucede en nosotros. Con una imagen moderna podríamos hablar de la necesidad de encender la luz para ver lo que sucede en nuestra habitación interior. De hecho, el Enemigo quiere operar en la oscuridad para no ser descubierto. Cuando las cosas permanecen en la sombra dentro de nosotros y no las vemos, pueden escapar a nuestro control. Manteniendo todo oculto, la persona ni siquiera puede ser ayudada. Por ejemplo, piense en un niño que obtuvo una mala calificación en la escuela. Probablemente la tentación será mantener todo oculto para no ser reprendido, de esta manera, sin embargo, también se le quita la oportunidad de ser ayudado por los padres. Si el niño confiesa lo sucedido, es probable que lo reprendan, pero sus padres también pueden ayudarlo. El Enemigo, por tanto, trata de evitar que establezcamos una relación filial, de confianza, con Dios, con otra expresión podríamos decir dialogus versus diabolum, el diálogo quita la tentación, obviamente es un diálogo con las personas y en los lugares donde podemos sentirnos seguros y bienvenido En la última regla, Ignacio compara al Enemigo con un líder que da la vuelta a una ciudadela para ver sus brechas, los puntos débiles por donde pasar. Somos como esta ciudadela y por eso una exploración de nuestra interioridad puede ser útil para reconocer nuestras debilidades y repararlas en lo posible. Aquí se trata de conocer nuestra fragilidad, nuestras limitaciones, los lugares que más fácilmente representan para nosotros ocasiones de pecado. Para ello puede ser útil llevar un diario espiritual, porque en nuestro examen podremos fijarnos en lo que nos ha apartado del bien. Con el tiempo, releyendo nuestro diario, notaremos que algunas causas se repiten con más frecuencia, probablemente esas sean las brechas a reparar con mayor urgencia. A medida que avanzamos en la vida espiritual, el Enemigo irá refinando sus estrategias de seducción y comenzará a hablarnos en otro idioma, esto se desarrollará en las llamadas reglas de la segunda semana.

 

En el tiempo de las elecciones

Lo que Ignacio llama la segunda semana es el tiempo en el que la vida nos invita a decidir ya decidir, es el tiempo de las elecciones, es sobre todo el tiempo de la elección radical de seguir a Cristo. Si la primera semana es el tiempo de la purificación, el tiempo en que el hombre ha mirado a la cara el bien y el mal y se ha decidido a elegir el bien, la segunda semana es el tiempo en el que elegimos cómo encarnar el bien específicamente en el nuestra vida. Es la elección de nuestro modo de seguir a Cristo. A través de nuestros sentimientos, Dios nos empuja hacia nuestro bien, nos ayuda a ver dónde está lo mejor para nosotros, pero aún somos nosotros, en nuestra libertad y con nuestra responsabilidad, los que estamos llamados a decidir nuestra vida. Es imprescindible llegar a este momento después de haber dicho nuestro «no» al pecado. Estamos en una fase de la vida en la que, aunque todavía tentados y propensos al pecado, hemos aprendido a reconocer el bien y hemos decidido perseguirlo con todas nuestras fuerzas, a pesar de las posibles caídas. El camino de la primera semana nos purificó de las falsas imágenes de Dios y, liberando nuestros ojos, nos permitió vernos con la mirada misma de Dios. Quien se encuentra en esta fase descrita por el camino de los Ejercicios Espirituales, comienza probablemente a abrirse a los demás, querer cuidar de los demás. En efecto, la experiencia de la misericordia de Dios nos libera de nuestro radical egoísmo y de nuestra constante inclinación a retraernos en nosotros mismos. La segunda semana es la fase en la que el deportista ha encontrado su verdadero bien, el fundamento de su vida. Por eso, probablemente ya no irá en busca de nuevos estímulos, ya no lo mueve esa vana curiosidad que en el pasado lo impulsaba a ir de flor en flor en busca de gratificación y respuestas. Ahora ha encontrado lo que buscaba. Los Padres del Desierto sugirieron aprender, en este tiempo, a ser sobrios, a no perdernos, sino a conservar lo que sentimos haber encontrado. Evidentemente, también en el tiempo de la segunda semana no falta la lucha de los espíritus: el espíritu de Dios tratará de confirmarnos en nuestro proyecto, en nuestro firme deseo de seguir sólo al Señor. El buen espíritu nos alienta, nos sostiene, calienta nuestro corazón.

Para ayudarnos a comprender el estilo del buen espíritu en esta fase, Ignacio lo compara con una gota que cae sobre una esponja: no hace ruido, pero penetra suavemente en el interior. O, con otra imagen, Ignacio compara el buen espíritu con un hombre que entra en su propia casa (nuestra alma), sin ruido, porque esa casa le pertenece y puede entrar cuando quiera: el Señor tiene las llaves de nuestro corazón. Por el contrario, el espíritu maligno tratará de detener nuestro caminar detrás del Señor, tratará de desanimarnos, de recordarnos nuestro pecado, nos hará ver grandes obstáculos, nos hará creer que no lo lograremos. Precisamente porque nuestro corazón, nuestros afectos, están llenos, el mal espíritu tendrá que actuar, en esta fase en la que tratamos de seguir al Señor, sobre todo en nuestros pensamientos, intentar entrar en nuestros razonamientos, distorsionar nuestra forma de pensar. En esta fase, por lo tanto, es necesario estar muy atentos al curso de nuestros pensamientos, porque es sobre todo allí donde el Enemigo intentará anidar. También en este caso Ignacio utiliza imágenes: habla del espíritu maligno como de una gota que cae sobre la piedra, sólo hace ruido. De nuevo, dice Ignacio, el espíritu malo se asemeja a un ladrón que tiene que forzar la puerta de la casa (nuestra alma) para entrar. Si estamos tratando de seguir a Dios con generosidad, es muy probable que la desolación provenga del mal espíritu.

 

Aprende a reconocer las estrategias del tentador

Estar en el tiempo de la segunda semana significa haber aprendido a reconocer el lenguaje y las estrategias de la tentación. Precisamente por eso, para seducirnos, el espíritu malo cambia de lenguaje y comienza a imitar el lenguaje del espíritu bueno para engañarnos. Podríamos decir que el Enemigo utiliza la técnica del caballo de Troya. Nos ofrece paquetes de regalo, envueltos en papeles de vivos colores y con llamativos lazos, pero en su interior, una vez los hemos desenvuelto, nos encontramos con situaciones que nos atrapan. Tomados por ejemplo por el celo de querer seguir al Señor, no nos damos cuenta adónde nos pueden llevar ciertas elecciones que en sí mismas parecen buenas: por ejemplo, podemos asumir compromisos, movidos por nuestra generosidad, que con el tiempo se secan, nos cansan, nos ponen frente a nuestros límites y nos hacen creer que no somos realmente capaces de seguir al Señor. En esta etapa, la tentación también puede deslizarse en forma de amor propio excesivo: con el pretexto de cuidar nuestro camino espiritual, el Enemigo puede inducirnos a cuidarnos en exceso, olvidándonos de las personas y situaciones que nos rodean. a nosotros En otras palabras, este tiempo está marcado por el impulso y el sacrificio, ¡pero tanto los buenos como los malos espíritus soplan en estos fuegos! De hecho, sucede que la conversión deja espacio para la acción en la propia vida. El enemigo entonces trata de insinuarse en la acción: lentamente puede suceder que la persona comience a identificarse con su servicio, con su misión, con su grupo, con su movimiento al que pertenece. Como resultado, Dios es gradualmente relegado a un segundo plano. Cuando comenzamos a reaccionar con ferocidad ante personas o situaciones que cuestionan nuestras elecciones, nuestro estilo, nuestra misión o nuestro trabajo, significa que el Enemigo ha logrado volver a poner nuestro ego en el lugar de Dios. Cuando nos convertimos en verdugos de Dios que condenan sin misericordia de los que piensan diferente a nosotros, cuando pretendemos hacer de nuestra experiencia de conversión un modelo para todos los demás, cuando siempre nos sentimos obligados a dar consejos para la vida de los demás, entonces el Enemigo logra hacernos perder de vista nuestra vida espiritual , nuestra necesidad de conversión. El Enemigo ha logrado engañarnos, mostrándonos una imagen falsa de nosotros mismos.

 

Un viaje que pide comparación para reconocer y decidir

El antídoto a estas tentaciones está en mantener vivo el enfrentamiento con el otro: tanto con el propio guía espiritual como con la lectura de los testigos del Evangelio que nos precedieron en la experiencia de conversión. En la vida de los testigos del Evangelio podemos reconocer más fácilmente las analogías con el modo en que el buen espíritu y el mal espíritu obran también en nosotros. En la conversación espiritual podemos abandonar nuestro punto de vista y dejar que la propuesta del Espíritu Santo florezca en la comparación con el punto de vista del otro.

 

 

El próximo sábado día 15 de octubre,. fiesta de santa Teresa y aniversario de ordenación del P. Gabriel,
celebraremos la reunión de Provincia para festejar a nuestro P. Fundador.

PROGRAMA
Nos reuniremos en Madrid a las 11 de la mañana.
Rezaremos los laudes del P. Berthier.
Tendremos la conferencia del P. Faerber, ex-Superior General, que os envío como adjunto
diálogo posterior
celebración de la Eucaristía juntos
comida fraterna
Un cordial saludo
P. Santiago

Te presentamos el pdf de la conferencia en ppt

Charla del P Faerbermsf

  1. JUAN BERTHIER ms (1840-1908)                                                     

Fundador de los Misioneros de la Sagrada Familia

Un “impulso” para el Consejo de la Congregación- 2009 en La Salette

1.-  Algunas consideraciones humanas y espirituales sobre el P. Berthier

1.1.-  La fe del P. Berthier era limpia y profunda, humilde y robusta

Ya cuando era seminarista, cuando era joven, se puede entrever en Berthier una claridad especial en sus ideales y una especial solidez en sus convicciones religiosas.  Esto emerge claramente ya cuando entró en el seminario diocesano de Grenoble.  Estamos en octubre de 1858.  Juan Berthier contaba entonces 18 años.  Poco antes de su ingreso, refiere él mismo:

“ Cuando atravesé el umbral de mi celda, no puedo expresar lo que sentí:  deseaba solamente  estar a solas y llorar.  El pensamiento de que  esta pequeña celda había podido ser ocupada por algún mártir o algún confesor, o, con toda seguridad, por algún santo sacerdote me movía a mirarla con respeto y veneración.  Con el espíritu veía a aquellos que habían estado aquí antes que yo…;  me parecía que sus virtudes habían santificado este lugar y que todo me motivaba: ‘¡muéstrate digno de tus predecesores!’.  ¡De cuántas obras de heroica virtud , de cuántas ardientes plegarias  no habían sido testigos estas paredes, este lecho, esta mesa!.  Todo esto no era para mí sino el reclamo de una exhortación, de una recomendación a ser santo…  ¡Sí,  yo debo llegar a ser santo!”

En todo esto,  el joven Berthier tenía siempre presente ante de sus ojos la imagen del Santo Cura de Ars y los misioneros que aquí se habían formado y que habían realizado cosas grandes en las misiones.

1.2.-  El P. Berthier era un religioso con el corazón y con la mente

En julio de 1861, el seminarista Berthier realiza una peregrinación al santuario mariano de La Salette.  Se entusiasma tanto con este lugar que un año más tarde –durante este tiempo fue ordenado diácono- entrará en los Misioneros de la Salette.  Tiene 21 años.  Por causa de una larga enfermedad, sólo emitirá sus primeros votos como misionero de Nª Sª de La Salette, tres años más tarde.

Hace pensar lo que el P. Berthier experimentó durante los ejercicios espirituales de preparación a su profesión religiosa.  En sus apuntes de los ejercicios, escribe  esta oración tan personal:

“Señor, concédeme que la misión que tú me has asignado, yo la desarrolle entre los pequeños y los pobres, y haz que realice esta labor con gusto  y por amor  a ti, porque tú te has dignado hacerte pobre y pequeño por nuestra salvación”.

Más tarde, Berthier en las Constituciones de los MSF describirá la finalidad de nuestra Vida Religiosa con las siguientes palabras: “… los Consejos (evangélicos) de nuestro Señor, las Constituciones, el fiel cumplimiento de nuestros deberes, no tienen otro fin que el de tender a la perfección, esto es, de tender al amor” (Const.1895, nº 683)

Y en otro lugar de las Constituciones, explica qué quiere decir esto para nuestro estilo de vida:  “no debemos olvidar nunca que por encima de las Constituciones está el respeto mutuo y el amor, y que  los votos tienen como fin desarrollar en nosotros el amor a Dios y al prójimo.  Por eso, se empeñarán lo más posible para anticiparse mutuamente, harán todo lo posible para ser un solo corazón y una sola alma, para ayudarse recíprocamente en el trabajo, para consolarse en las penas de la vida y para edificarse mutuamente” Cont 1895, nº 15 

1.3.-  Su espiritualidad sacerdotal

La espiritualidad sacerdotal del P. Berthier es digna de fe y convincente.  Durante los días de su preparación a la primera Profesión escribe:  “Antes de subir al púlpito, quiero orar con ardor… y suplicar al Divino Salvador, el Verbo eterno, para que mientras yo hablo a los oídos de los que me escuchan , El hable a su corazón y a su mente.  Sin un esfuerzo serio no podré nunca desempeñar adecuadamente el ministerio de la predicación y del confesionario.   Por eso, quiero esforzarme en  no perder nunca el tiempo, dedicando lo estrictamente necesario a las cosas materiales y externas, a fin de reservar tiempo para el estudio… ¡Dios mío, a qué paz se llega haciéndose servidor de los pobres! ¡Qué paz se encuentra cuando se quiere ser el último y cuando se ama ser despreciado! “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas”.  La soberbia es  confusión, porque trae desorden.  ¡Qué grande es asemejarse a Ti en la humildad!”

1.4.-  Un pastor para todos, especialmente para los pobres y los alejados

Juan Berthier desarrolla en  el Santuario de La Salette  los ministerios de predicador y  confesor.  Además realiza el trabajo de misionero popular en diversas diócesis de Francia.  Su primera misión la lleva a cabo en diciembre de 1865, y la última en 1899.  El cronista de los Misioneros de La Salette de Loeche (Suiza), anota:

Era el año 1870.  Junto al futuro Superior General, P. Archier, y al joven P. Tomás, Berthier tiene una misión popular en Billon… Después de los primeros sermones, el párroco del lugar piensa: ‘el P. Archier es un santo, ¡pena que sea tan anciano!. El P. Tomás no está  mal, pero es demasiado joven.  Por lo que respecta a Berthier, es un perfecto “cantalou”, un ‘renegón’, que además no es agraciado ni en su oratoria ni en su aspecto.  Sin embargo, justamente él, que no viene avalado ni por su forma de hablar ni por su aspecto, y que encima es definido como un rezongón, justo él es un verdadero pastor según el corazón de Dios, de tal modo que al término de la primera semana de misiones, justamente los borrachines y los peores sinvergüenzas se acercan a la iglesia para escuchar al ‘rezongón’”.

Más tarde, en una ocasión, dirá Berthier:  “si amamos las almas,  el Espíritu Santo infundirá en nosotros un espíritu  profundo para llegar a todos con todos los medios posibles y así poderlos llevar a Dios.  La gracia acompaña a las cosas pequeñas”.

1.5.-  Fundador convencido y pleno de fe: sus sueños.

Su trabajo en el Santuario de la Salette, que ya hemos señalado que consistía sobre todo  en la predicación y la confesión, y su actividad como misionero popular, le hace tomar conciencia de la miseria espiritual de los hombres que él debe y quiere ayudar, y por otra parte también le permite encontrar a muchos jóvenes entre 14 y 30 años, que desearían con gusto ser sacerdotes y misioneros.  Pero algunos de ellos son muy pobres y otros de edad avanzada, para ser admitidos en las casas de formación.  Estas razones impulsan al P. Berthier para tratar de realizar las ideas que le van surgiendo dentro de su propio Instituto.  El empeño que él pone en llevar a cabo este proyecto de la formación de los no tan jóvenes candidatos, las llamadas vocaciones tardías, y por la formación de los estudiantes pobres, no le procura muchos amigos.  Un cohermano saletino comenta: “los pobres, las vocaciones tardías… esta es la idea fija del P. Berthier”.

Sin embargo, él no se rinde.  La bendición del Papa León XIII y su afirmación: “se trata de una obra actual y que se debe realizar lo antes posible” le permite luchar con entusiasmo para conseguir llevarla a cabo a pesar de todas las dificultades que van apareciendo.

En 1895 puede al fin comenzar con la fundación de la Congregación de los Misioneros de la Sagrada Familia.  Pone su obra bajo la protección de la Sagrada Familia de Nazaret.  No posee nada más que la bendición del Papa , una fe a toda prueba y un vacío y viejo cuartel.  Berthier escribirá más tarde:

Después de diversas e infructuosas tentativas… descubrí en Grave, una antigua ciudad fortificada de Holanda, un gran cuartel y un hospital militar.  Tres años antes, estos locales habían sido abandonados por los militares y se convirtieron en una propiedad de la ciudad.  El Sr. Friesen, el alcalde, me ofreció en unas condiciones favorables estos edificios, el jardín junto al hospital y el que había sido campo de tiro.  El conjunto estaba lejos de estar en buenas condiciones.   Con la aprobación del cardenal Langenieux, había puesto el Instituto bajo la protección de la Sagrada Familia, la cual nunca había habitado en un palacio, ni en Belén, ni en Egipto, ni tampoco en Nazaret.     Se trataba de un lugar para formar misioneros, que llenos del espíritu nazaretano deberían contentarse con poco, y por la gloria de Dios y la salvación de  las almas, deberían estar en condiciones de soportar  las estrecheces”. 

El 28 de septiembre de 1895 se considera el inicio de la Fundación.  El P. Berthier encomienda a su nueva comunidad dos tareas:  en primer lugar, aquí han de recibir su formación los aspirantes a  sacerdotes y hermanos coadjutores, y luego, en segundo lugar, -y este aspecto debe ser considerado como el elemento clave en su obra- su Comunidad debe ponerse al servicio de la evangelización, de la proclamación del mensaje de Cristo .

  1. ¿Qué puede decirnos hoy el P. Berthier?

Ante todo una precisión:  por lo que respecta a su actitud religiosa, el P. Berthier estaba del todo ligado al pensamiento teológico del s. XIX y estaba claramente orientado hacia la situación pastoral de la Francia de su tiempo.  De  esto deriva que tantas cosas  que nos vienen  legadas por él, están fuertemente ligadas a su tiempo.  Pero sobre todo es significativo el hecho de que Berthier  nunca ha dejado de referirse  a las realidades esenciales, fundamentales y perennes.

Cuatro aspectos de su espiritualidad deberían resultar especialmente significativos para nosotros hoy.  Demos de nuevo la palabra al P. Berthier:

 

2.1.-  La oración, especialmente la contemplativa

A menudo aparece este interrogante en nuestra existencia: ¿en nuestra vida cotidiana, cómo podemos cuidar la relación con Dios?  La respuesta que nos da el P. Berthier y que corresponde a lo que él ha intentado poner en práctica, es ésta: plegaria meditativa, oración contemplativa.

El dice: “bienaventuradas las almas que se dedican a la oración de meditación; ellas finalmente hallarán a Dios y encontrarán gusto  en El”. 

Ya cuando era joven escribía en su cuaderno de ejercicios: “sin la oración y sin la unión con nuestro Señor no podré nunca ser humilde y no podré nunca amar a los pobres y pecadores”

En otro lugar, Berthier recomienda a sus hijos: “buscad siempre a Dios; en El hallaréis aquella paz que las criaturas nunca  os podrán dar”.

Mediante estas afirmaciones Berthier nos recomienda llevar una intensa vida de oración.  Él ve también en la oración el medio más eficaz para un buen servicio  misionero.

2.2.-  Amor por la Sagrada Escritura

El amor a la Sagrada Escritura es para el P. Berthier una base esencial para la vida de fe.  El declara a sus hijos espirituales: “cuanto más améis la Sagrada Escritura, más gusto encontraréis en las cosas divinas…   y cuanto más esté enraizada una homilía en la Escritura, más verdadera y digna de confianza resultará”

Por eso Berthier nos dirige esta invitación:  “amemos la Sagrada Escritura, saboreémosla y de ella obtendremos alimento para nuestro espíritu, porque en ella encontramos la verdad y la vida.  Ella es al mismo tiempo la obra más perfecta en oratoria y en poesía, en la que todos los Santos y los grandes predicadores han encontrado su mejor elocuencia”.

2.3.-  Vida espiritual fundada en la virtud de la humildad y del amor

Pregunta: ¿cómo podemos llevar una vida espiritual y al mismo tiempo movernos en el mundo real resolviendo los asuntos de nuestra vida cotidiana?

Para el P. Berthier a este propósito es decisivo el cultivo de la humildad.  En el misterio de la Encarnación de Dios, él ve sobre todo un signo de la humildad divina y del amor.  Por eso, él entiende la perfección y la santidad del hombre como algo que encuentra su lugar en la realidad de la vida y que nace de una actitud amorosa y humilde.

Así dice sencillamente: “la perfección acontece en este mundo y consiste en el amor”.

Su concepción de la piedad cristiana y de la perfección es así muy concreta y cercana: está firmemente enraizada en el suelo.

En un momento de íntima emoción escribe en su diario: “Dios mío, qué hermoso es asemejarse  a Ti a través de  la humildad”.

 

2.4.-  Pasión por las Familias

Al final de su libro sobre la Veneración e imitación de la Sagrada Familia, que él,  entregó a la imprenta dos años antes de su muerte (1906), escribe él, por así decirlo, con su propia sangre,  el “Testamento de un viejo misionero en favor de las familias cristianas”.

Se trata de una apasionada llamada a los pastores a fin de que acompañen pastoralmente a las familias.  Con este testamento nos invita a nosotros, los MSF,  a tener muy en el  corazón a las familias.

3.- PARA EL DIÁLOGO

3.1.-  El relato de la vida del P. Berthier pone de relieve su gran entusiasmo y su total disponibilidad a realizar la tarea  de su vida, esto es a realizar su vocación.

El, por su amor a las almas y al Reino de Dios ha sido un pastor celoso e incansable.  Además destacamos que su vida se realiza poniéndose al servicio de una tarea que sobrepasaba sus propios límites y se colocaba totalmente al servicio de Dios y del hombre. Dejarse motivar por  los buenos ejemplos constituye un magnífico punto de partida y una concreta y eficaz fuente de energía.

Aquí podemos plantearnos  las siguientes cuestiones:

  • ¿Es posible proponer a los jóvenes de hoy una realización plena de su vida tras la estela de tales valores?
  • ¿Qué papel desarrollan los modelos? ¿Son válidos también para nuestros días?

3.2.-  Anunciar el Evangelio a los hombres y hacer que eso sea para ellos algo cercano y  familiar.  Este era el empeño fundamental para Berthier, que estaba en el centro de su vida, y que lo es hoy también para nosotros  los MSF.  En todo esto, Berthier sin embargo se sentía atraído de manera especial por los “pobres”, los “pequeños”, y por los que “estaban lejos”.  Quería ser un “tapagujeros”, como él mismo viene a decir.

Todo esto podemos deducirlo también de la vida misma de Jesús y observando asimismo su entrega a los hombres.  Sin embargo, traspasar todo esto a nuestra actividad de hoy en día no resulta una empresa nada fácil. 

  • Y aquí una pregunta:  ¿qué significa para nosotros hoy todo esto? ¿Quiénes son hoy los pobres, los que están lejos, en el ambiente en que vivimos?  ¿Sentimos compasión por los “pequeños” o nos colocamos más fácilmente de parte de los ricos?
  • ¿Somos nosotros de aquellos que sabemos hablar bien del apostolado de los pobres y los alejados, y después, sin embargo, no nos encontramos en realidad nunca entre ellos?

3.3.-  Si por último examinamos la formación que el P. Berthier ha impartido a los suyos, constatamos rápidamente que estamos frente a una pedagogía que tenía los pies en la tierra.  Por una parte estaba la formación escolar y teórica, pero al mismo tiempo estaba la necesidad de ocuparse de tantas tareas concretas (la huerta, los campos, los trabajos domésticos…), más la existencia concreta de un horario del día en donde la oración y la vida comunitaria ocupaban un  lugar prioritario.

  • en nuestro programa de formación ¿cómo es la relación entre estos tres ámbitos: la formación teórica, los trabajos prácticos y la formación religiosa?
  • ¿qué es lo que prevén nuestras Constituciones respecto a la formación?
  1. Egon Faerber msf

Sup. Prov. de Alemania – 2009

DUELO Y PANDEMÍA

Este año nos invitarón a dar una charlas sobre el tema del Duelo y la Pandemía COVI-19. Os ofrecemos las cinco charlas y la canción que nos sirvio como tema de inicio.

Bajar hasta la canción y luego veréis las cinco charlas: Somos un grupo de tres cristianos que trabajamos en este ámbito desde el acompañamiento en el duelo de personas, en dar formación y en comunicarlo atraves de la Prensa, de la Radio y también desde internet. Si tenéis dudas o cualquier cosa podéis escribirnos:

Charly: Ee un periodista que trabaja en la COPE y Ecclesia, además de escritor y de cristiano compremetido en  su Parroquia rural de Madrid.

Cesar: Es diácono permante, trabaja en el acompañamiento en el Tanatorio de Madrid (M-30 y Sur). Trabaja, también en el Hospital SERVAS, acompañando a los enfermos y acogiendo el dolor en los enfermos en los Cuidados Paliativos. Es escritor.

Ignacio (P:Nacho): Es religiosos y sacerdote es profesor en Secundaria y acompaña en un COF a personas en duelo y con necesidad de ser acogido u acompañado, desde la Relación de Ayuda.

Espero que os ayude.

5ª Charla

4ª Charla

3ª Charla

2ª Charla

1ª Charla

CANCION

 

Acuérdate, oh Virgen de la Salette, verdadera Madre de dolores, de las lágrimas que has derramado por nosotros en el calvario.

Acuérdate también del cuidado que tienes siempre por tu pueblo para que, en nombre de Cristo, se deje reconciliar con Dios.
Y ve, si después de haber hecho tanto por estos, tus hijos, puedes abandonarlos.

Animados por tu ternura , míranos , Madre, suplicantes, a pesar de nuestras infidelidades e ingratitudes.

Confiamos plenamente en ti. Oh Virgen Reconciliadora.
Vuelve nuestros corazones hacia tu Hijo Jesús:
Alcánzanos la gracia de amarlo sobre todas las cosas y de consolarte a ti con una vida santa, ofrecida para gloria de Dios y amor de los hermanos.
AMÉN.

Nuestra Señora de la Salette, reconciliadora de los pecadores, ruega siempre por nosotros que recurrimos a ti!

Novena a Nuestra Señora de La Salette

Os dejo un material de reflexión post-COVI19

Propuesta de Charla

Si alguién quiere el ppt, que escriba al correo

Resultado de imagen de marcos evangelista

 

CURSO SOBRE LITURGIA

A lo largo de este mes vamos a ir colgando un curso sobre liturgia.

¿Por qué?

Lo he pensado para ayudarnos a entender nuestro mundo celebrativo y por otro lado para ayudarnos a celebrar.

Es algo que voy a ir poniendo materiales y además para ayudarnos a profundizar.

Especialidad: Liturgia I  

PARTE HISTÓRICA:

  1.  La Liturgia cristiana en sus primeros siglos

 2. La Liturgia cristiana hasta el Movimiento Litúrgico

 3. El Movimiento Litúrgico y el Concilio Vaticano II

   

 PARTE TEOLÓGICA Y EXPRESIVA:

 4.  Naturaleza de la Liturgia

 5. La celebración.

 6. Carácter simbólico de la liturgia.

 7.  La asamblea

 8.  La participación en la Liturgia

 9.  Dios nos habla en la celebración.

 10. El pueblo responde a Dios con la oración

 11. El pueblo responde a Dios con el canto

 12. El Año litúrgico

 13. El lugar de la celebración

  PARTE EUCARÍSTICA:

  14.  Comer y beber juntos. Ritos iniciales

 15. Liturgia de la Palabra

 16. Liturgia de la Eucaristía (1)

 17. Liturgia de la Eucaristía (II)

 1 8. Liturgia de la Eucaristía (III). Ritos finales

 19.  Celebraciones Dominicales en ausencia de Presbítero

 20. Ejes teológicos de la Liturgia

  PARTE PASTORAL

  21. La pastoral litúrgica

 22. Los sacramentos

 23. La pastoral de los sacramentos

 24. Liturgia y espiritualidad cristiana

   Introducción general

 

El índice nos ha dado ya una visión general del contenido que vamos a estudiar en este curso de liturgia.

 Es conveniente un repaso a la historia no sólo porque es la maestra de la vida, sino porque nos da idea de la relatividad de muchas formas litúrgicas: Un mismo contenido, una misma experiencia o una sola fe se puede expresar y de hecho se ha expresado de muchas formas distintas.

 Una vez estudiada la historia, abordaremos la parte teológica. La teología es el contenido de la liturgia. La parte más apreciada de ella. Es el mismo Dios realizando o actualizando su plan en y por la liturgia. Lo analizamos en dos capítulos. Ahora bien, esto no quiere decir que en dos capítulos se dé toda la riqueza de la liturgia.

 La tercera parte, la expresiva que viene a continuación, es también teológica, lo mismo que la naturaleza humana de Jesucristo es teología. La encarnación es necesaria en la economía de Dios. Así ocurre con la parte expresiva de la liturgia, es necesaria para que la salvación de Dios se actualice aquí y ahora y se haga significativa para los que somos de carne y hueso. Al final de esta parte expresiva, hemos colocado dos capítulos sobre «Las Celebraciones Dominicales en ausencia del Presbítero», tan necesarias en nuestra Iglesia.

 A continuación, viene una parte llamada eucarística. Como lo dice el mismo nombre, analiza la Eucaristía y sus partes. Se ha puesto porque es el modelo de toda celebración cristiana; como dice el concilio Vaticano II, es cima y fuente de la vida cristiana, cima y fuente de toda celebración.

 Los sacramentos se han colocado después, para pensar sobre ellos. Hoy día, uno de los problemas mayores con se enfrenta la Iglesia es la celebración de los sacramentos: Se han convertido, en muchos casos, en costumbre social, se han introducido en nuestra cultura. Sin embargo siguen siendo expresiones de fe, no de una cultura.

 Al  final, se han añadido varios capítulos: uno sobre la pastoral litúrgica, otro sobre la espiritualidad.

 

Siglas

 Las siglas se forman con las letras primeras de la primeras palabras del documento, pero del texto en latín. Por ejemplo: el documento sobre liturgia se cita con SC porque dicho documento empieza así: «Sacrosanctum Concilium…”

  

AT – Antiguo Testamento

CEC – Catecismo de la Iglesia Universal (1992)

CIC  – Código de Derecho Canónico (1983)

DV – Dei Verbum. Vaticano II sobre la Revelación (1965)

EM – Instrucción Eucharísticum Mysterium (1967)

IGMR – Ordenación General del Misal Romano (1970)

LG – Lumen Gentium. Vaticano II sobre la Iglesia (1964)

MD – Mediator Dei. Encíclica de Pío XII sobre liturgia (1947)

 MS – Instrucción Musicam Sacram (1967)

 NT – Nuevo Testamento

 OLM – Ordenación de las Lecturas de la Misa (1981)

PO – Presbyterorum Ordinis: Vaticano II, sobre el sacerdocio

RB – Ritual del Bautismo de niños (1970)

RC – Ritual de la Confirmación (1976)

RICA – Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos (1976)

RP – Ritual de la Penitencia (1975)

SC – Sacrosanctum Concilium; Vaticano II, de liturgia (1963)

PARTE HISTÓRICA:

  1.  La Liturgia cristiana en sus primeros siglos

 2. La Liturgia cristiana hasta el Movimiento Litúrgico

 3. El Movimiento Litúrgico y el Concilio Vaticano II

 

Parte Histórica

Introducción

 

«La liturgia consta de una parte que es inmutable, por ser de institución divina, y de otras partes sujetas a cambio, que en decurso del tiempo pueden y aun deben variar, si es que en ellas se hayan introducido elementos que no responden tan bien a la naturaleza íntima de la misma liturgia o han llegado a ser menos apropiados» (SC 21).

 

En el diálogo de Jesús con la Samaritana, hay una frase que hemos de tener en cuenta al empezar el estudio de la liturgia, para ver el sentido profundo de la liturgia cristiana en medio de todas las expresiones distintas que se han dado a través de los siglos. A su vez, es el punto de mira que debe juzgar todas las expresiones o realizaciones litúrgicas. 

La samaritana le hace a Jesús una pregunta típicamente «ritualista»: «Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros (los judíos) decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén» (Jn 4, 20). 

Jesús, sin embargo, le da una respuesta que supera las prescripciones meramente externas y rituales: «Se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad» (Jn 4, 21-24). La respuesta de Jesús aclara el sentido total y profundo de la liturgia.

 Adorar a Dios en espíritu y verdad quiere decir poner el centro del culto no en el cumplimiento minucioso de una serie de normas externas sino en el ofrecimiento interno del amor y la obediencia a Dios. Los hombres y mujeres dan culto a Dios en la medida en que hacen de sus vidas una ofrenda, una entrega de amor al Padre cumpliendo su voluntad.

 Jesús mismo hizo consistir su culto en el cumplimiento de la voluntad del Padre: 

«Cuando Cristo entró en el mundo, dijo: Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: Aquí estoy, ¡Oh Dios!, para hacer tu voluntad» (Hb 10, 5-6). 

La vida entera de Jesús fue un acto de culto y adoración. Esta vida es vida verdaderamente litúrgica.

Ahora bien el culto en «espíritu y verdad» (Jn 4, 24) no quiere decir que no haya de tener unas manifestaciones externas de tipo simbólico y ritual. Si no las tuviera, le faltaría una dimensión irrenunciable de la manera de ser de los hombres. «Es característico de la Iglesia (y de la Liturgia) ser, a la vez, humana y divina, visible y dotada de elementos invisibles» (SC 2). Ahora bien, lo humano, lo visible ha de estar ordenado y expresado de tal manera que lleve a lo divino y a lo invisible. «Los textos y los ritos se han de ordenar de manera que expresen con mayor claridad las cosas santas que significan» (SC 21).

 Por esto, Cristo mismo quiso que el ofrecimiento total de su vida fuese re-actualizado a través del rito exterior de la cena eucarística:

«Haced esto en memoria mía» (Lc 22, 20). Desde que los primeros cristianos plasmaron esto de una forma concreta comenzó la historia de la celebración litúrgica, es decir, la historia de la liturgia.

Iniciamos el estudio de la liturgia por la parte histórica por estas razones:

 1.- Porque la liturgia ha sido considerada como un todo intocable, como una realidad fija e inalterable para todos los tiempos. Y, naturalmente, la historia se encarga deshacer esta concepción de la liturgia. La liturgia se ha ido formando lentamente, no nació organizada y completa. «Hay partes que pueden y deben variar»(SC 21)   

 2.- Porque hay otros que consideran la liturgia totalmente cambiable. Sin embargo, la liturgia tiene unos elementos intocables. La historia nos enseñará que la liturgia tiene una estructura general y unos elementos (palabra de Dios, asamblea, memorial, etc.) que han permanecido inalterables a través de los tiempos.«Consta de una parte que es inalterable,  por ser de institución divina» (SC 21).

 3.- También nos enseñará la historia que no todos los cambios y/o adaptaciones que se han producido a través de la historia han sido para expresar mejor la realidad o el sentido de la celebración o de sus partes. Es decir, ha habido muchos cambios que han sido a peor. Por ello el Concilio Vaticano II dice «la santa madre Iglesia desea proveer con solicitud a una reforma general de la misma liturgia,… (porque) se han introducido  elementos que no responden tan bien a la naturaleza íntima de la misma liturgia o han llegado a ser menos apropiados» (SC 1).

  

Dedicamos a esta parte histórica tres capítulos. En estos tres capítulos tratamos las ocho grandes épocas de la historia de la liturgia. Al final, añadiremos un nuevo apartado mirando al futuro.

 

Cada época está dividida de esta forma:

 

·   Una parte donde se expone la cultura predominante de la época;

 ·   Otra, donde se constatan los hechos más sobresalientes de la liturgia, y

 ·   La tercera, donde analizaremos las consecuencia de las adaptaciones realizadas.

 

LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO

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Trascripción literal de la charla dada por José Antonio Pagola.

Voy a empezar por decir que, no es posible, no es posible abordar ni siquiera de manera presumida, todos los aspectos y las cuestiones que encierra ese titulo, el hecho de la resurrección de Jesús.

 El hecho de la fe de los cristianos que, en ese momento la historia de la humanidad, haya un grupo de personas, hombres y mujeres, que creen que la vida de Jesús, no terminó de cualquier manera, sino que fue resucitado por Dios, no es posible. Menos posible todavía el detenernos a analizar los matices de las diversas posiciones de los exegetas y de los teólogos, sobre cuestiones que a lo mejor ni se sospecha lo debatidas que son, en este momento.

Entonces, ¿cuál es mi intención?, pues muy práctica, yo voy a tratar de exponer, de forma breve, y de forma muy resumida, lo que a mi juicio, al menos inicialmente ha de ser tenido en cuenta para entender de manera correcta, la fe de los cristianos que se atreven a decir que Jesús es una figura única puesto que no sólo su vida sino también su muerte, encierra algo realmente original.

 Luego si queréis, en el diálogo, podremos incidir sobre cuestiones o detenernos en cuestiones que por razones que sean, pueden interesar más.

 Voy a seguir un esquema muy sencillo para situar bien las cosas, voy a tratar de hacer ver la importancia que tiene el hecho de la resurrección, y lo voy a hacer de esta manera, recordando cuatro datos del Jesús real, del Jesús histórico.

 Todos los investigadores están hoy de acuerdo en que el núcleo esencial del programa de Jesús fue el anuncio del Reino de Dios. Jesús vivió convencido de que con él, comenzaba algo nuevo en la historia de la humanidad, llegaba lo que él decía con su lenguaje, el Reino de Dios. Pero no vino nada especial, se le mató. Da la impresión de que la cruz, la ejecución de Jesús, lo que sigue demostrando es que allí el que sigue reinando es Pilatos, allí sigue reinando Roma, el Sanedrín, dónde está el Reino de Dios. La cruz deja como en evidencia el fracaso de Jesús. Jesús quizá fue un profeta bueno, pero equivocado. De tal manera de que en la cruz no se le mata sólo a Jesús, se le mata también a su proyecto, su proyecto, su alternativa.

Segundo dato.

 Dentro de su mensaje, Jesús, ciertamente proclamaba el perdón de Dios. Dios es amigo de pecadores y por eso él vive así, ofreciendo gratuitamente el perdón. Para Jesús el perdón de Dios no necesita el sacrificio de expiación del templo, tampoco para Juan, pero Jesús dio un paso más sobre Juan el Bautista y pensó que no hacia falta, ni siquiera el bautismo del Jordán. El estaba convencido de que el perdón de Dios es gratuito y por eso comía con pecadores y se acercaba a la gente excluida e impura, no con exigencias de moralista sino como un amigo. Dato realmente sorprendente, ¿de dónde tenía Jesús esa seguridad de que Dios es así?. Sin embargo a este Jesús se le mata, se le ejecuta y como decían las Escrituras: “todo hombre que cuelga de la cruz es un hombre maldito”. Entonces, ¿quién ha sido Jesús?. Ofrecía perdón a todos y no hay perdón para él, no hay misericordia para él. ¿Dónde está el Dios de los últimos, el Dios de los perdidos, si Dios no interviene para salvar a Jesús?.

Tercer dato.

Jesús había anunciado que lo que él llamaba el Reino de Dios. Lo único decisivo es la compasión, el amor al necesitado, y se había atrevido a poner por encima de toda la ley, esto: “lo que hay que buscar siempre es el Reino de Dios y su justicia, que reine la justicia de ese Dios, todo lo demás es añadidura, incluso la Torá, el templo, el sábado”. Sí, eso decía Jesús pero la crucifixión, la ejecución de Jesús, parece mostrar que allí, lo que sigue siendo fuerte, es la Ley. Y sabéis que en una de las redacciones de las pasiones, un evangelista pone en boca de los judíos, esta frase: “nosotros tenemos una Ley y según esa Ley, tiene que morir”.

Entonces,  ¿dónde está todo el mensaje de Jesús, esa Ley de Jesús,  “el amor” que en la mente de Jesús está por encima de la Ley, si la Ley al final es más fuerte que todo lo que Jesús ha predicado?. Todo va quedando cuestionado.

Y por último, por no alargarme, sobre todo, lo más grave, parece que Jesús ciertamente confió absolutamente en Dios, incluso parece que se le llamó Abba. Para él esta era la Buena Noticia, la llegada de un Dios Padre. Jesús había confiado totalmente en él, pero en la cruz Jesús grita, o al menos se le hace gritar, con las palabras de un salmo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Entonces, ¿dónde está ese Dios de Jesús?. O no existe Dios o no es el Padre de Jesús. Es decir, la ejecución de Jesús, lo dejó todo en cuestión, todo quedó colgando.

Al final, en la cruz no sólo se le mata a Jesús, es que se mata todo el sentido, el significado, el proyecto de su vida, y queda ahí un interrogante gravísimo, ¿quién ha sido este hombre, un profeta bueno pero equivocado, ha sido un soñador?. ¿Hay en él algo original, algo definitivo? ¿Quién lo puede decir?. Si los discípulos abandonaron a Jesús, no fue sólo por cobardía, sino por coherencia, porque vieron que incluso parecía que Dios no se identificaba con aquel hombre. Si todo hubiera quedado ahí, probablemente no habría escuela de teología, no estaríamos aquí, de Jesús se hubiera hablado, ciertamente, porque su vida es sorprendente, pero no hubiera surgido un movimiento cristiano. El único  que podría decir si en Jesús se encerraba algo definitivo o no, tal vez era Dios, pero una vez de que le han matado a Jesús, ¿qué se puede esperar ya?.

Hacia el año 55, sin embargo, tenemos un testimonio de Pablo de Tarso, un hombre que habla de su propia experiencia y que, escribiendo a esa comunidad del puerto de Corinto, les dice así: Si Cristo no resucitó, vana es vuestra fe, es vacía, dice el término griego, vuestra fe es vacía, no tiene fundamento, y vana es también nuestra predicación. Y continua, y si solamente, para esta vida, tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, un líder, alguien que nos enseña a vivir, somos, para esta vida,  los más desgraciados de todos los hombres. Pero él reacciona, pero no, Cristo resucitó de entre los muertos.

¿Qué preguntas nos podemos hacer y tratar de exponer en una hora, en tres cuartos de hora?.

Primera cuestión:

Bueno, hemos empezado a hablar de la resurrección pero estamos utilizando una palabra cuyo contenido preciso, nadie conocemos. En principio, resurrección será algo que está más allá de la muerte, después de la muerte, y resulta que nosotros, ni siquiera conocemos qué es lo que sucede en la muerte, la podemos observar externamente, ser testigos, ver que la persona ha muerto, ver que ya ha dado  el encefalograma plano, pero, ¿qué ha pasado en esa persona?, ¿qué es lo que ha sucedido en la muerte?. Sólo nos lo podría decir el muerto, pero no suelen hablar, de tal manera que hasta el misterio de la muerte, el límite de la vida, nos desborda, no lo conocemos,

¿Cómo nos atrevemos a hablar de resurrección?, ¿qué sabemos nosotros de resurrección?. Entonces la primera pregunta es muy sencilla, los primeros que empezaron a hablar de Cristo resucitado, ¿qué querían decir? ¿cómo entendieron la resurrección de Jesús?. Tampoco ellos saben lo que es la resurrección de Jesús, no lo saben, utilizan un lenguaje metafórico, sobre todo emplean dos términos, dicen que Dios ha levantado, a Jesús de la muerte, o que lo ha despertado; su lenguaje es puramente metafórico, pero, ¿de qué están hablando?.

Voy a hacer un recorrido, es claro que estos hombres y mujeres, cuando hablan de la resurrección de Jesús, no están pensando en un retorno de Jesús a su vida anterior, es decir, que en ningún momento piensan que la resurrección de Jesús es la vuelta a esta vida, al mundo terrestre, para volver de nuevo a morir un día, ya de manera irreversible. Por lo tanto cuando hablan de resurrección no están hablando, sin más, de la resucitación o de la vivificación de un cadáver, no confunden nunca, la resurrección de Jesús, con esos otros episodios que nosotros les llamamos la resurrección de Lázaro, la resurrección de la hija de Jairo, del hijo de la viuda de Naín, no, no confunden en absoluto, Jesús no regresa a esta vida, entra en la Vida de Dios; y esto hoy los exegetas lo afinan muy bien y ven como, por ejemplo describe, San Juan, el evangelista, una cosa es hablar de lo que llamamos la resurrección de Lázaro, hoy técnicamente le llaman re-vivificación, y es que, recordareis como, con mucha ironía, el cuarto evangelista nos dice que cuando Jesús gritó: “Sal fuera”, salió el muerto, no el resucitado. Salió el muerto. ¿Sabéis cómo salió Lázaro?, atado de pies y manos, con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Volvió a esta vida, dónde nada se ve claro, dónde todo es esclavitud, dónde todo es tiniebla.

En cambio cuando habla de la resurrección de Jesús, dice que el sudario y las vendas, quedan allí. Jesús no ha salido del sepulcro con sus vendas, ha pasado a otra vida y siempre hablarán así. Por eso no solamente hablan de resurrección, los primeros predicadores dicen que, Jesús ha sido exaltado a la Vida de Dios, está a la derecha del Padre, etc. Quizá Pablo es el más preciso, cuando nos dice que, Jesús, resucitado de entre los muertos ya no muere más, su vida es ahora un vivir para Dios, es otra cosa; así que nunca confunden las cosas y piensan que Jesús ha venido a esta vida, por mucho que en los relatos aparecen, los cuales nos puedan despistar o hacer pensar otra cosa.

Segundo.

Tampoco confunden nunca la resurrección con una especie de supervivencia de algo, del alma inmortal de Jesús. Sabéis que en muchas culturas hay esta idea, muere la persona pero, su alma que es inmortal, sobrevive; para ellos, Jesús no es un alma inmortal, no es un fantasma, no es un espíritu desencarnado, ellos hablan de alguien vivo, lleno de vida, liberado de la muerte, con todo lo que constituye la personalidad. Para ellos Jesús no es un trozo que queda ahí, todavía permanente, no, no, Jesús ha alcanzado ya la plenitud de la vida, están hablando de eso, aunque no saben ni como es.

Tercero.

No confunden, tampoco nunca, la resurrección con algo, que a lo mejor nosotros, imaginamos así al tener una visión dualista, muy griega, de la persona como un compuesto de alma y de cuerpo, siempre nos parece que el ser humano, incluso ahora, cuando ha entrado en crisis el dualismo griego, sin embargo en la persona hay, hay una cosa física que es tangible, somática, el cuerpo, la corporalidad, y luego hay otro elemento, pues no sé, algo que está en la persona pero que ya no están en el cadáver, pues será el alma, el espíritu, el aliento. Esta es nuestra visión dualista, y entonces desde ahí, con toda tranquilidad, los catecismos que yo estudié, entendían la muerte como la separación del alma y del cuerpo, ¿qué pasa cuando uno se muere?, que el alma se le escapa, y ¿qué pasa en la resurrección de Jesús?,  que se vuelven a unir el alma y el cuerpo; recuerdo que en el catecismo decía: para nunca más morir, todavía me acuerdo.

Nada de esto en los primeros cristianos, no pueden pensar esto porque su visión es totalmente distinta, ellos no distinguen entre estos dos elementos, el alma y el cuerpo, ellos tienen una visión unitaria de la persona, y cuando una persona se muere, se muere totalmente, todo lo que es él, se muere y se va al mundo de la muerte, dónde ya no hay vida. Entonces la resurrección de ninguna manera es una especie de operación biológica, de la unión del alma y del cuerpo, es un acto creador de Dios que lo introduce en su propia Vida, aunque ellos no entiendan lo que es eso.

Cuarto.

Tampoco confunden nunca la resurrección con una especie de permanencia de Jesús, por lo menos en el recuerdo. Sabéis que se ha dicho lo que se despertó en ese momento, fue la fe de los discípulos. Se hizo famosa la frase de Bultmann: Jesús ha resucitado en la fe de los discípulos, lo que ha resucitado es la imaginación. Los discípulos que vuelven a creer que tiene que estar vivo, se resisten a creer que haya muerto. Nosotros podemos pensar lo que queramos, pero todos los textos, sin ninguna duda, están hablando de la resurrección como algo que le ha sucedido al muerto Jesús, no es algo que ha sucedido en el interior de los discípulos, en su conciencia, en su subjetividad, en su imaginación, en su fe, no, el que ha resucitado es Jesús. Otra cosa es que creamos o no, pero cuando hablan de la resurrección, están hablando de algo que ha acontecido en el muerto Jesús de Nazaret. Otra cosa es que después se haya despertado la fe de los discípulos.

¿Entonces, se puede decir, positivamente, cómo imaginaban la resurrección?. Pues de manera sencilla voy a decir esto: lo primero que se observa en las primeras comunidades, es que no les gusta decir que Jesús ha resucitado, no entienden, un muerto no se puede resucitar a sí mismo, entonces esta expresión aparece muy tardíamente. No es lo primero, lo que dicen es que Jesús ha sido resucitado por Dios. Entienden la resurrección, como una intervención de Dios Creador. Por decirlo de una manera sencilla, alejándome de la terminología propia de ellos, se puede decir esto: ellos imaginan que en la muerte, Jesús se ha encontrado con Dios, en el interior mismo de la muerte. Dios le estaba esperando, para liberarlo de la destrucción, para vivificarlo y para introducirlo en su propia vida.

De tal manera que, hay expresiones que se ve que entienden la resurrección como un hecho creador, pero atención, yo enseguida voy a introducir una observación que complica bastante las cosas, puede complicar y confundir, lo voy a decir de manera sencilla, pero no os podéis imaginar los debates que hay detrás. Los exegetas, los teólogos hoy, afinan bien las cosas y dicen, no os asustéis, dicen esto: “la resurrección no es un hecho histórico, pero es un hecho real”. Es decir, la resurrección, precisamente porque es el paso a una vida que desborda nuestra historia, lo que nosotros podemos comprobar y verificar, la resurrección no es un hecho más, como tantos otros que suceden aquí, a tal hora ocurre esto, etc. y los podemos comprobar, verificar, estudiar, analizar, por su misma definición. El pasar de esta vida a la Vida de Dios, se nos escapa, por lo tanto tenemos que encontrar otra terminología, no es propiamente un hecho histórico como tantos otros, pero para los creyentes es un hecho real, algo que se ha dado, algo que ha acontecido, incluso, Moltman, uno de los grandes teólogos de la resurrección, dirá: para los creyentes, no es sólo un hecho real, sino que es el hecho más real, el que sostiene toda la historia, el que da sentido para nosotros, el que da sentido a todo.

Y los alemanes que tienen todo ese lenguaje tan rico, bueno pues van a decir, los teólogos alemanes, que la resurrección no es un hecho real de salvación, aunque no es un hecho empírico como pueden ser otros. Pero esto era también para los discípulos, por eso, no hay ningún texto que diga que se ha visto la resurrección de Jesús. Esa imagen del Greco y de otros, de Jesús saliendo del sepulcro, etc., sabéis que no aparece en los evangelios, nadie dice que Jesús salió del sepulcro, lo dice un texto, mejor dicho, el evangelio de Tomás, un evangelio apócrifo tardío, legendario, pero nadie se atreve a decir que han visto la resurrección, porque la resurrección no es un hecho que se ve, ya veremos.

Entonces para ver un poquito y como hablaban de algo que se les escapa, pues podemos estudiar el más importante, el que habla de su propia experiencia. Es Pablo de Tarso, el único que habla de lo que a él le paso. Al tratar de describir la resurrección, dice cosas como estas: Jesús ha sido resucitado por la fuerza de Dios. Para un judío, la fuerza de Dios, la “dinamis”, dice él, de Dios. Ha sido él, el que con su fuerza, le ha rescatado de la muerte y por eso dice: “a Jesús le tenemos que llamar, Señor”. ¿Por qué?, porque los judíos de cultura griega, traducían la palabra Yahvé, por esta palabra, “Señor”. Jesús está lleno de la fuerza de Dios, hasta tal punto que le podemos dar el mismo nombre que los hebreos de habla griega, daban a Yahvé, está como divinizado porque está lleno de toda la fuerza de Dios.

Utiliza otro lenguaje, Jesús ha sido resucitado por la gloria de Dios, un término muy importante, la gloria, que no quiere decir alabanza, exaltación, no, gloria quiere decir, “la fuerza creadora de Dios o la fuerza salvadora de Dios; dónde Dios demuestra lo grande que es. Cuando Dios se pone a actuar muestra su gloria, su grandeza y por eso, San Pablo tranquilamente dice que Jesús resucitado tiene un cuerpo glorioso. ¡Qué bonito, ¿verdad?!. Un cuerpo glorioso, que no significa un cuerpo refulgente, no, no, significa que Jesús resucitado tiene una personalidad grande, llena de la misma vida y fuerza de Dios.

Utiliza otro lenguaje, que Jesús ha sido resucitado por el aliento, por el Espíritu de Dios, por el aliento Creador. Entonces lo mismo, dice: Jesús resucitado tiene un cuerpo espiritual. Para nosotros es una contradicción, pero es que él no está pensando en un cuerpo inmaterial, etéreo, no, Jesús está, tiene una personalidad llena de la fuerza de Dios.

Nos basta para darnos cuenta en qué terminología y en qué paradigma se sitúan ellos.

Bueno, pero nos podemos hacer una segunda pregunta, muy importante, ¿y cómo se les ocurrió decir esto?. Es decir, ¿qué es lo que pasó?, ¿qué es lo que pudo suceder para que unos discípulos y discípulas?. Llegaran a convencerse de que Jesús, precisamente Jesús, no el Bautista, no otros, del Bautista se dijo algo, pero, ¿qué pudo ocurrir para que de Jesús se llegara a la convicción de que había sido resucitado por Dios?. ¿qué paso?, ¿dónde se apoyaron?, ¿qué experiencia vivieron para llegar a esa convicción, que hoy se puede constatar que tuvieron?. ¿Se puede después de XX siglos rastrear algo?

Primero voy a poner un pequeño esquema, elemental, para ver cómo ha podido funcionar la mente de estos primeros creyentes. El esquema es muy sencillo, muy complejo, pero yo lo voy a presentar sencillo.

Primer dato.

Estos hombres y mujeres, las mujeres más de cerca, los hombres de más lejos, han podido comprobar que Jesús ha muerto, de esto no ha dudado nadie; Jesús fue ejecutado, de esto no ha dudado nadie. Primer dato, Jesús ha muerto, lo han matado.

Segundo dato.

Sin embargo, al poco tiempo, estos hombres han vivido “algo”, han vivido algo que ellos no pueden expresar más que diciendo que, ellos tienen la impresión de que se les presenta vivo, a pesar de que saben que ha muerto. Y no lo pueden evitar, piensan que está vivo, segundo dato.

Tercer dato.

Tienen que discurrir, se hacen una pregunta, elemental, si Jesús fue ejecutado y fue muerto y ahora a nosotros se nos presenta vivo, ¿qué ha pasado?. En ese intervalo, ¿qué ha podido suceder?, esta es la pregunta.

Y cuarto dato.

¿Cuál es la respuesta?, ellos acuden a los elementos que tienen a mano, y estos hombres son, hombres y mujeres que creían que al final hay resurrección; en el último día, hay resurrección. No de todos, sino de los justos. Y entonces empiezan a sospechar, si Jesús está muerto, pero ahora se nos presenta vivo, es que él se ha adelantado, él es el primer justo de entre los muertos, el primero que ha resucitado, él ya ha llegado al futuro, ya ha llegado al último día. Y fijaros qué expresiones dicen, una vez de entender el esquema se puede entender, siempre dicen esto: Jesús ha sido resucitado de entre los muertos, de entre todos los muertos que están como esperando el último día, hay uno que ya ha sido resucitado, de entre los muertos. No dicen, Jesús ha resucitado al muerto Jesús, sino, ha sido resucitado de entre los muertos.

Pablo dice otra cosa tremenda: Jesús es el Primogénito de todos los que han muerto, es el primero de los que han llegado a la resurrección. Este es el esquema. Y ¿qué es ese algo?, porque yo rápidamente he dicho, vivieron “algo”, ¿qué es ese algo?. Voy a hacer una cosa un poco telegráfica para que nos demos cuenta, qué es lo que podemos observar.

Primero.

Como os he dicho y no me voy a detener más, estos hombres son honestos, ellos no han visto la resurrección y por eso, ninguno se presenta como testigo de la resurrección, aunque solemos utilizar ese lenguaje, no, ellos hablan del ya resucitado, ellos se han encontrado con el resucitado y no describen ni analizan la resurrección.

 

Segundo.

Inmediatamente analizando y estudiando los recursos y procedimientos que emplean, se ve con toda claridad que estos, es una experiencia difícil de comunicar, no saben cómo decirla, a ellos mismos les ha desconcertado y no saben. Entonces utilizan un lenguaje que es contradictorio y dicen cosas como estas, que Jesús es el de antes pero no es el mismo; está con ellos pero no le pueden retener; es alguien real y concreto, pero ya no pueden convivir con él como en Galilea. Es un lenguaje que es único, son géneros literarios sorprendentes, ellos mismos se dan cuenta de que lo están diciendo mal, pero es que no lo saben decir mejor, es que no saben expresar mejor lo que ellos han vivido, algo absolutamente inesperado.

   Tercero.

Es una experiencia compartida, no la ha vivido sólo una persona, no sabemos el orden, quién es exactamente, cómo, dónde, cuándo, pero desde luego, todos los análisis llevan hacia una experiencia compartida por varios. Osea, no se ha impuesto una tesis, que hace quince, veinte años, un tal Wilians M., puso en marcha que pensaba y bueno, hubo gente que le siguió, pensaba que el único que había tenido la experiencia, que había vivido algo, era Pedro y Pedro era el que contagió a los demás. Hoy todavía lo sostienen algunos pero el consenso sigue estando por una experiencia compartida.

Se puede analizar más, se observa también que es una experiencia que sobre todo se ha vivido en el contexto de la comida, de una comida. Siempre Jesús come con ellos, ante ellos, con los discípulos de Emaús hace una cena, en Tiberiades se ve que le están esperando; luego dice en los Hechos de los Apóstoles “los que comimos y bebimos con él”. ¿Qué hay detrás de eso?, no me puedo detener.

Cuarto.

Hay una palabra técnica, que se ha estudiado muchísimo y es que, la palabra técnica, diría yo, para hablar de la experiencia, es una palabra que significa que Jesús se dejó ver, suelen traducir a veces, “se apareció”, yo lo de aparecer no lo suelo decir porque parece que se aparecen las brujas, los fantasmas, las apariciones del resucitado, como también se aparece la Virgen y…, yo hablo de “encuentros”. Bueno, este verbo, ¿qué significa?, se ha estudiado como no os podéis imaginar.

Fundamentalmente, dos cosas, significa que Él se dejó ver. Es decir, que la iniciativa, de lo que ellos viven, no está en ellos, no se han puesto en trance, no han preparado, no han hecho algo para ver si se nos presenta, es una cosa imprevista que se les impone, que les desconcierta y poco a poco les saca del desconcierto, la iniciativa es de Jesús

Y quieren decir otra cosa, aparte de todas las resonancias bíblicas que hay detrás de esa formula, y es que, todos sabemos, cuando se nos muere una persona, se nos escapa, se nos oculta, ya no sabemos dónde está, estabas hablando con esta persona hace cinco minutos, ya ha muerto, ya no podrás comunicarte, se te ha perdido. Pues si se deja ver, es que Jesús ha salido del misterio de la muerte y puede de nuevo comunicarse con ellos y esto es lo que les sorprende, hasta tal punto que es la fórmula que machaconamente dirá Pablo: “También a mí se me dejó ver”, también se dejó ver a este, al otro, es la manera de decir de ellos.

Nosotros, hombres y mujeres de este siglo nos interesa, tenemos una conciencia psicológica, etc., ¿no podríamos decir algo más?. Vamos a ver, ¿qué eran visiones externas, internas, le veían con los ojos, con la imaginación, con la conciencia, con la fantasía? Desde luego, si hoy Jesús resucita, iría gente corriendo con video, etc. pero, ¿saldría en el video, no saldría?. Estuvieron todavía hace dos años repartiéndose estampas, de una religiosa negra, que dicen le había sacado una foto a Jesús resucitado y se vendía, claro, todo eso se vende bien.

¿Qué dicen ellos?. Evidentemente no hablan de esto, todas estas preguntas son absurdas, estamos hablando de una experiencia que es la de Alguien que está vivo y que se comunica con esta vida. Pero, ¿cómo hablan ellos?, Pablo, por ejemplo dice, “fue un regalo”. Es un regalo, es algo que le coge a toda la persona. Y cuando él quiere hablar de su propia experiencia, y es al que hay que hacerle caso, porque es el único que está hablando de lo que él vivió, pues dice cosas como estás: “En aquel momento yo fui alcanzado por Cristo Jesús; fui como atrapado, me cogió”.

En otro momento dice, “entonces descubrí la fuerza de su resurrección”. Fue un momento, estaba persiguiendo a los cristianos, pero entonces descubrí “la fuerza de la resurrección”.    Entonces no nos van a dar ninguna explicación de tipo psicológico, pero hay que estar atentos, nosotros podemos leer muy mal los relatos que aparecen en los evangelios; en los últimos capítulos estamos hoy leyendo unas catequesis que han sido redactadas a los cincuenta, sesenta años de los hechos, dónde quieren describir, gente que no ha vivido esa experiencia personalmente, están tratando de describir de manera narrativa, algo de lo que se recuerda en las comunidades que fue esa experiencia. Entonces hay que andar con cuidado, de ninguna manera hay que leerla como un video de lo que pasó.

Pongo estos ejemplos, si dicen que Jesús saluda, Marcos pone un tipo de saludo; Lucas, el suyo; Mateo pone sus palabras. Pero si dicen que Jesús saluda, quieren decir que fue un “encuentro”.

Si dicen que Jesús les da la paz: “La paz con vosotros”, quieren decir que fue una experiencia que los pacificó.

Si dicen que Jesús les enseñaba las Escrituras, a los de Emaús, es que fue una experiencia que les fue dando, iluminando, dando mucha luz sobre cómo entender las cosas.

Si dicen que Él les constituye testigos, es que fue una experiencia que les animó ya a impulsar el movimiento cristiano, etc. Pero como veis, pocas cosas se pueden sacar, algunos rasgos, pero poca cosa.

La experiencia matriz, la más importante fue la experiencia del perdón, porque el sentimiento fundamental que aparece, es discutida esta tesis; la experiencia fundamental fue la de hundimiento, le habían traicionado, le habían dejado solo y vivieron el sentimiento de culpabilidad, no sólo Pedro, todos, y sin embargo, de pronto se sintieron acogidos por Jesús, “La paz, la paz”. Es el tema que más aparece en los encuentros, “La paz con vosotros”, “el perdón”, etc. Y lejos de reñirles, no, lo que les da es la paz, ellos descubren de nuevo que Jesús es el de siempre, que no les ha abandonado, incluso aunque ellos le han abandonado.

Otras cosas que se pueden decir, pues también, que fue el “descubrimiento”. Pablo dice, “En ese momento para mí fue el descubrimiento de Jesucristo, entonces Dios quiso revelarme quién era Jesús.

Desde luego sabéis que a partir de esa experiencia, los discípulos van a tener la impresión de que, sólo ahora le han entendido, incluso van a hacer toda una operación de ir hacia atrás y de leer los dichos y los hechos de Jesús, pero ahora dándoles una lectura mucho más honda y van a descubrir qué misterio se encierra en Jesús.

También se puede decir que fue una experiencia transformadora, los cambió. A estos hombres se les ve en Galilea, constantemente en la duda, “torpes de corazón”, Jesús pierde a veces la paciencia con ellos; “duros de cabeza”. Y estos hombres tan vacilantes, tan…, resistiéndose siempre al mensaje de Jesús, a los pocos días se puede constatar, que están defendiendo la causa de Jesús delante del Sanedrín y que no se van a callar. Estos hombres que fueron tan cobardes, que ninguno quedó junto a él, en cuanto llegó la policía del templo, huyeron todos; a los pocos días, pocos meses probablemente, se están jugando la vida. Si les preguntamos, ¿qué les ha pasado?, ellos van a decir, “es que está vivo”, “es que está vivo”, “es que en Jesús hay algo único”.

El caso de Pablo es el más eminente, de ser un perseguidor, un fariseo fanático a convertirse en el mayor defensor de Cristo. También vivieron toda su experiencia como una llamada a la misión, es algo curioso, todos los relatos que hay terminan, invariablemente, diciendo que, los Once o María Magdalena o los de Emaús, fueron a comunicar a otros. Los de Emaús, marcharon a Jerusalén a decir lo que les había pasado en el camino. Maria Magdalena, que anda como una loca buscando a Jesús, Jesús le dice: “Suéltame y vete a dónde los hermanos”. Y María cambia el proyecto y aprende a abrazar a Jesús, pero en los hermanos y les dijo, lo que ella había vivido.

Este tipo de cosas son las que se pueden sacar de la experiencia, pero no más, y todo el que empiece a decirnos que fue la imaginación, fue lo otro y dar explicaciones de tipo psicológico, pues muy bien, puede decir lo que quiera, pero lo dirá no fundándose en los textos que nos podrían apoyar.

Tercera pregunta.

Ellos vivieron algo que les llevó a la convicción de la resurrección, y esto fue importante. Yo ahora, brevemente quiero decir, muy brevemente, cómo la experiencia que vivieron estos hombres, es lo que originó, lo que desencadenó, propiamente, la gestación del cristianismo. El cristianismo, no como un movimiento sencillo de seguirle a Jesús por Galilea, sino el cristianismo, que luego se ha desarrollado en estos siglos, únicamente es explicable a partir de esta experiencia. ¿Cómo funcionaron las cosas?, voy a decir cuatro cosas, sin más.

Primero: por decirlo de manera sencilla. Jesús habló del Reino de Dios, pero, parece que sigue reinando Roma.

Jesús habló del perdón, pero parece que a él le llegó la maldición de Dios.

Jesús habló de la ley del Amor, por encima de la Torá, pero se le mató legalmente.

Jesús habló de la confianza en el Dios-Abba, y nadie le contestó; ¿en qué quedó todo?. Pues el primer efecto de la resurrección fue este: Jesús, tenía razón. Lo digo de manera sencilla. Es decir, una vez de que se convencieron de que Jesús había sido resucitado por Dios, dijeron: “Dios está de acuerdo con él”. Dios ha desautorizado a todos los que lo han matado. Nosotros también quedamos en duda, y sin embargo, Dios, el único que podía legitimar y certificar, la vida, el mensaje, los hechos de Jesús, era Dios y lo ha hecho. Esto fue definitivo, el unirle a Dios con Jesús, Dios está de parte de Jesús.

Se ha analizado muy bien la predicación primera, que está muy reelaborada por Lucas en los Hechos de los Apóstoles, pero, ¿cuál fue el esquema primero?, ¿cómo empezaron a hablar?, pues el esquema fue este: “Vosotros lo matasteis pero, (este pero es muy importante, aparece siempre), “pero Dios lo ha resucitado”. De tal manera que ven la resurrección, no como un gran milagro, una fuerza sobre la muerte, no, no, lo que ellos ven más que nada es esto, “que frente a todos los que habían desautorizado a Jesús, ha actuado Dios”. “Dios ha tenido la ultima palabra, y, ha actuado dando la razón a Jesús, y, desautorizando a todos los que lo han rechazado”.

Entonces empiezan a entender que en la vida y en el mensaje de este hombre, hay algo que merece la pena escuchar. Hay algo único, hay algo incomparable, de Jesús ya no se puede hablar como de cualquier otro, y entonces van a hacer, vamos a llamar así, entre comillas, “el cristianismo”. No van a hacer una nueva filosofía, no van a hacer el seguimiento de un rabino, no van a hacer, por supuesto, un partido político, no van a hacer una nueva religión, ellos siguen con los salmos, siguen yendo al templo, celebran las fiestas…, no nace propiamente una nueva religión, lo que nace es, una fe en Alguien que nos puede salvar, porque se dan cuenta de que Jesús es una vida que lleva, incluso a superar, el mayor problema que tenemos los hombres, que es la muerte. Y una vez convencidos de esto, van a sentir la necesidad de contagiar, Jesús es el camino, Jesús es la verdad, Jesús es la vida.

Puede haber muchas religiones, no discuten, no entran en conflictos con las religiones, nunca han entrado los cristianos, más tarde, sí; no, no la religiones están ahí, las israelitas, las otras, pero aquí hay una Vida, una manera de vivir ante Dios, de vivir ante el dolor humano, de defender a los débiles, de proclamar el amor. Aquí hay una Vida, que es la única que tiene salida. Fijaros que, le llaman, a mí es de los títulos que más me impresionan; Pedro, en los Hechos de los Apóstoles, a Jesús le llama, habría que traducir así: “el líder que nos lleva a la Vida”. Aquí hay Alguien que ofrece Vida. Entonces, primero: “legitimación de Jesús”.

Segundo. Claro, poco a poco, se hacen una pregunta: Entonces, ¿quién ha sido Jesús?. Se ven obligados a formular qué misterio se encierra en él. Y, si queréis, la pregunta completa es esta: ¿quién ha sido este hombre?, cuya vida, ya era enigmática. Precisamente a partir de ahí es cuando van a decir dos cosas fundamentales: primero, (antes que la divinidad de Jesús). “Jesús es el Mesías”, no tiene sentido, seguir esperando ahora un mesías, no, no, Jesús es el Cristo. Pero si en Jesús ha empezado ya la Vida, si ya propiamente, el “último día”, él es el primero que ha llegado a la Vida, entonces, no tiene sentido. De ahí que, a los años, no inmediatamente, sino que incluso es la sinagoga, después de los años 70, cuando ha quedado destruida Jerusalén, la que va a expulsar a los cristianos del judaísmo, porque van a decir, no, hay que seguir esperando al mesías. Ellos dicen, no podemos, pero, ¿quién va a poder venir más grande que Jesús?. Y es cuando, las cosas podían haber ido históricamente por otros caminos, pero se desgaja el cristianismo que nace como una herejía de la religión judía. Y aún dicen más, “es el Señor”. Al principio este titulo quizás no tienen la fuerza que tiene después, Jesús es el Señor de la vida y de la muerte. Pero claro, “Señor” era el titulo que se le daba a Yahvé, entonces en los profetas, cuando se habla del “día del Señor”, es el día en que vendrá Yahvé al final de los tiempos. Pero cuando los cristianos hablan del “Día del Señor”, es el día de Jesús. Incluso al domingo le llaman el día del Señor. Y la Palabra del Señor, en el Antiguo Testamento, es la Palabra de Yahvé, pero la Palabra del Señor, tal como dicen los primeros cristianos, es la Palabra de Jesús. Y poco a poco, ese Jesús resucitado y lleno de la Vida de Dios, va a adquiriendo unas condiciones, que yo no voy a decir, divinas en un primer momento, porque el llegar a confesar que el misterio de Dios se encierra en Jesús como en ningún otro ser humano, es un proceso largo. En Mateo, por ejemplo, lo que las comunidades de Mateo dicen, allí por el año 80, “que Jesús es el único que puede y merece llevar el nombre de Emmanuel, Dios con nosotros”, no dicen más.

San Pablo, no va decir que Jesús es Dios, va a decir: “en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo”. San Juan, en el prologo, va a decir que en Dios hay Palabra, es decir, en Dios hay una dimensión de comunicación, ¿y quién es Jesús?, naturalmente, esa Palabra de Dios hecha carne. Es decir, Jesús es un hombre desde el qué, y en el qué, Dios está hablándonos, comunicándose. Claro, son unas expresiones que hoy nosotros las leemos ya después de que ha ocurrido el concilio de Calcedonia y otros, pero, hay ahí todo un proceso que ciertamente, va a llevar a confesar, es decir, al final la fe cristiana va a ir atribuyendo títulos, nombres, expresiones, formulas, para de alguna manera expresar que en Jesús ha acontecido algo único. El misterio de Dios, al final, lo podemos encontrar en muchas partes, pero los cristianos van a decir, como en Jesús, en ninguna parte.

Y por último quiero decir otra cosa muy importante, que nosotros a veces no la advertimos y es el valor salvador de la muerte de Jesús. Una de las primeras preguntas a las que tuvieron que responder estos hombres y mujeres, fue esta, “pero si Dios le ha resucitado a Jesús, ¿por qué ha permitido su muerte?. No sé si os dais cuenta, si le ha salvado a Jesús, ¿qué hacía en la hora de su ejecución?, ¿dónde estaba en el momento de su asesinato?. Tienen que hacer una lectura, entonces empiezan a comprender que el asesinato de Jesús, no ha sido una injusticia más, que no ha sido un accidente casual, de alguna manera ahí se ha cumplido algo, y ese problema que tienen de por qué Dios lo ha abandonado, si después Dios ha aparecido tan identificado con el resucitado. Entonces van a empezar a decir algo que, todavía hoy lo formulamos muy mal. Van a decir, no, no, en la cruz Dios no estaba abandonando a su hijo, y mucho menos pidiendo su sangre o pidiendo que cumpliera algo, no sé, con su honor, no, no, en la cruz, Dios estaba identificado con Jesús y al entregar a Jesús, Dios estaba entregando a su propio hijo, y Dios estaba haciendo el mayor gesto. Va a ser la lectura cristiana del misterio de la cruz. Dios estaba haciendo el máximo gesto de solidaridad con los últimos, con los perdidos, y en el fondo, con todo el ser humano, y Pablo dirá eso: “en Cristo estaba Dios, no en plan de imputarnos delitos, en plan de juez, sino estaba como lo había anunciado Jesús, estaba Dios reconciliando al mundo con sí.

Quiero terminar, si me dejáis, tres minutos, poniendo un tono a todo esto, y es el horizonte nuevo, diferente, que se le abre a la comunidad o al hombre o la mujer que, aunque sea de manera sencilla, sin saber ni cómo formularlo, sin entender mucho de estas cosas, sin embargo cree que la vida tiene salida, y la tiene sobre todo, por Jesucristo.

Pues un horizonte nuevo, ¿no?. Voy a decir unas cuantas cosas. Para nosotros, si somos creyentes en Cristo resucitado, lo primero que descubrimos es que la vida no es algo tan enigmático, no es algo tan oscuro, algo, no sé, sin meta ni salida. Esa esperanza que siempre está en la historia, siempre estamos buscando algo mejor, nunca nos convence esto, tenemos la intuición, todas las culturas y todas las religiones y todos los ateismos, tenemos la sensación de que estamos hechos para algo diferente, la vida tendría que ser algo mejor, más buena, más larga, ¿cuánto?, eterna, eterna, y tendría que ser libre. Pues la vida, la vida es un misterio pero no es un paréntesis, un breve paréntesis, entre dos vacíos inmensos. Fijaros, esta vida de sesenta, ochenta, ahora dicen que vamos a vivir, los hombres siempre menos, pero no sé, me parece que nos toca a los hombres, aquí hay médicos, setenta y tantos y a las mujeres ochenta y tantos. Os imagináis que ridículos somos, quitándonos las arrugas viendo esto, poniéndonos mejor, haciendo footing, no hay nada que hacer, la vida tiene un límite, y sigue.

Pues bien, para un cristiano la vida no son oleadas de hombres que nacen, y luchan y sufren y aman y mueren y les jubilan, y otra oleada de vida, eso no es la vida. La vida es algo más, podemos entrever el final. En el capitulo 15 de la Apocalipsis, hay un texto extraordinario, no lo puedo leer ahora: están todos llorando, todos llorando en torno al trono de Dios, porque no hay nadie que pueda abrir un rollo que hay allí que está sellado, ya sabéis como eran los libros antiguos, ¿no?, eran un rollo, había que abrirlo para leer, y dice, nadie podía abrir aquel libro. Es decir, no se podía ver el final, el capitulo final que es el más importante, y todos se echaban a llorar, hasta que dice que viene el Cordero, que es el resucitado y pudo abrir, el rollo y se pudo ver el final. Bueno pues, el final, “la Vida es más que esta vida”.

Segundo. Si esto es verdad, pues hay que decir que el sufrimiento, los abusos, la injusticia, no tienen la última palabra, ni el cáncer, ni la metralleta, ni ningún dirigente político, no tienen la última palabra. Ni el hambre, ni las pateras, no tienen la última palabra, no es para tranquilizarnos, como diré, pero sí para creer un poco lo que dice también el libro de la Apocalipsis, “Yo he abierto una puerta que nadie puede cerrar”. Hay una puerta abierta, la realidad es más rica de lo que nos quiera hacer creer la ciencia. Las cosas no son como nos creemos los hombres de estos dos últimos siglos, los hijos de las luces. La realidad es mucho más misteriosa, y en Jesús hay una luz que, es un reto, es un desafío que unos lo aceptan y otros, no.

Tercero. Pero esta esperanza no es para darnos tranquilidad, sino precisamente es para aprender a hacer justicias, buscar el Reino de Dios, aquí ya, cuanto antes, pero con esperanza, no con escepticismo, con cinismo, o con pesimismo. Claro los cristianos decían: “es que si uno cree en la resurrección, ya no le puedes parar con nada”. Para mí, en este momento, el ejemplo más claro son los suicidas, estos suicidas que llevan las bombas. Cuando uno pierde el temor a la muerte, no se le puede detener con nada, con nada, mientras haya bombas puede estar tranquilo Sharón, porque ahí hay hombres que han perdido el miedo a la muerte.

Y los primeros cristianos vivieron esta experiencia, la muerte no es la última palabra, se puede ser libre. ¿Dónde ha quedado todo esto?, pues ha quedado en que, confesamos la resurrección de Cristo, pero no es una experiencia vivida por nosotros. ¿Sabéis cuál es la virtud más importante de estos primeros hombres?, la que aparece en primer plano, una virtud que le llaman la “Parresia”, que hay que traducir por coraje, valor, entereza, esto es lo que les caracterizaba a los primeros creyentes, ¿por qué?, porque no le tenían miedo a la muerte.

Y una última observación. No todo resucitará, menos mal, además, ¿no?. Quiero decir, San Pablo dice, que Jesús fue resucitado por el Espíritu de Dios y nosotros resucitaremos en la medida en que vivamos del Espíritu de Jesús. Es decir, de todos nuestros esfuerzos, líos, luchas, manifestaciones, tamborradas, charlas, todo lo que queráis, de todo lo que constituye la vida, no todo va a resucitar, además que es que no merece la pena, imaginaros que si resucitara otra vez nuestros egoísmos, nuestra ambigüedad, nuestra mentira, nuestros abusos…, no, no, sólo resucitará lo que ha sido animado por el Espíritu de Jesús. Es decir, todos los trabajos, sudores que hayamos sabido hacer o padecer con el Espíritu de Jesús, eso tiene salida, a una vida vivida y crucificada como la de Jesús, le espera resurrección.

Entonces, yo resumiría la fe de los primeros creyentes, como esta gran esperanza, la idea de fondo es esta: todos aquellos que luchen por ser cada día más humanos y más humanas, un día lo serán, por encima de todo. Y todos aquellos que trabajen por construir un mundo más humano y más justo, un día lo disfrutarán. Y todos los que, de alguna manera, hayan creído en Jesús Resucitado y hayan vivido, aún sin saberlo, de lo fundamental de la actitud de Jesús, tratando de ser buenos y de vivir y de hacer una vida más digna y dichosa para todos, aunque no lo hayan sabido, si se ha vivido así y se ha padecido por eso, un día sabrán lo que es Vivir. Y me detengo aquí porque hay que dar paso al dialogo.

 

Diálogo.

Pregunta: Dentro de la dificultad del lenguaje bíblico, por lo menos para los que no nos dedicamos a estas materias, hay algo que se está permanentemente o con cierta frecuencia, del evangelio que es lo del “tres”: Destruir este templo y a los tres días lo reconstruiré”. Resucitó a los tres días, es algo que no casa con lo que has dicho, y que lo estamos repitiendo en el Credo. ¿Qué significado tiene ese lenguaje en la Biblia?. Sabemos lo del “siete”, lo del “cuarenta”, pero lo del “tres” no lo sé yo, por lo menos.

Respuesta: Efectivamente, hay una terminología que es, no de Jesús, pero es de la comunidad cristiana, que aparecen las predicciones, en el evangelio de Juan cuando se habla del templo, y es esta afirmación, “que Jesús resucitó a los tres días o al tercer día”, hay diversos matices.

Luego sabéis que eso literalmente no se cumplió, eso ya sabéis. Luego hay otra tradición que dice: “Jesús resucitó el primer día de la semana”. Pero a Jesús se le mata al mediodía del viernes, y el domingo por la mañana, ya se dice que está vivo, lo cual, no es al tercer día. Y es que, la expresión “al tercer día”, “resucitar al tercer día”, no tiene un sentido cronológico, de calendario, sino que, se ha estudiado muy a fondo los “Tárgum”. Explico lo que es, en las sinagogas judías se leía la Biblia en hebreo y después se leían comentarios, a los distintos profetas, etc., en arameo y, estudiando esos “Tárgum”, se ha descubierto que “resucitar al tercer día”, no significa tres días de calendario, sino que el “tercer día” le llaman, al “último día”, al día de la resurrección. Y sobre todo hay un “Tárgum” que estaba también ya en el libro de Óseas pero no se había tomado tanta conciencia del tema, hasta que al estudiar esto, se ha descubierto que, efectivamente, en Óseas, capitulo 6- 1, fijaos que texto de Óseas que, no está hablando de la resurrección de Jesús, dice: “Venid, volvamos a Yahvé que él ha desgarrado y él nos curará; él ha herido y él nos vendará. Dentro de dos días nos dará la vida y al “tercer día nos resucitará, nos levantará”, al “tercer día”.

¿Qué este “tercer día? Dice: al “tercer día nos resucitará” y en su presencia viviremos”. El texto de Óseas tiene su contexto y su explicación, pero los “Tárgum”, las explicaciones que daban en las sinagogas en tiempo de Jesús, para comentar textos como éste, del “tercer día”, le llaman “tercer día” al “Último día”, al “Día de la resurrección”. Tiene su lógica el número “tres”, que decías, es una dinámica, a la de una, a la de dos y a la de tres. La dinámica de tres, sabéis que es muy importante, en todas las culturas pero también en la hebrea, a la de tres es lo definitivo, hay que echarse a la piscina, no hay que empezar, tres y medio, a la de tres. Y le llaman así, el tercer día, es el día definitivo, el día de la resurrección. De tal manera que en principio, cuando se dice que Jesús resucitará al “tercer día”, en realidad no se está hablando de la resurrección real, tal como luego se experimentó, sino que Jesús resucitará, el “último día”. Osea, esa es, brevísimamente, la explicación de ese lenguaje.

El último día que se le pueda llamar “día”, cuando empezará algo que ya no será “esto”. No te puedo decir más porque no lo he visto.  

“Los nuevos cielos y la nueva tierra”, es decir, siempre ha habido, en la fe de Israel y en la fe judeo-cristiana, en que esto no es lo definitivo. Hay corrientes apocalípticas, escatológicas, lo que queráis, pero al final, queda como núcleo, esto: “Esta no es la última palabra”. Jesús también decía esto: “Aquí Dios no está reinando, seguir pidiendo, “venga tu Reino”. Si no podemos nosotros ir al Reino, sino que el Reino se haga. ¿Dónde y cuándo, cómo?, ni idea, pero algo que no es esto.

¿Qué cuándo va a llegar ese día?. ¿quieres que te digo con hora incluida? Jesús se negó, Jesús jamás entró por ahí, ¿y cuándo será?, le preguntaron, no sabe nadie, Jesús era un realista de miedo.  Y si os dicen, ¡oye, ya ha empezado la cosa, ya viene…!, no hagáis caso, sed más sanos que todo eso y seguir acogiendo a Dios, como los niños, todo lo que se os regale, cogedlo.

Pregunta.

En la escena de la Transfiguración, Jesús dice que su Reino no es un Reino de muertos sino de vivos y aparece con Moisés y con Elías, ¿están resucitados, o cómo están en esa escena?

Respuesta.

En la escena de la Transfiguración que está recogida en los tres sinópticos, Mateos, Marcos y Lucas, Jesús no dice nada, ni palabra, o sea que esa frase que has citado, pertenece a otro contexto. En la Transfiguración sólo aparece Jesús transfigurado, con el rostro cambiado y dos personajes, Elías y Moisés. No tiene nada que ver, sí, hay teorías y tu pregunta tiene su cosa, como si fuera una anticipación de la resurrección, en realidad no tiene nada que ver.

Voy a explicar, es tan importante, uno de los aspectos de la Transfiguración, lo voy a aprovechar, voy a meter aquí dinamita.

En la Transfiguración aparece Jesús con el rostro iluminado y aparece Elías y aparece Moisés. Moisés, el representante de la Ley; Elías, el representante de los profetas. Pedro está tan contento que dice, ¡qué bien se está aquí!, eso está muy bien, pero luego dice una tontería impresionante, “Hagamos aquí tres tiendas”, todo generoso se olvida de sí mismo, también de los otros dos discípulos. “Hagamos aquí tres tiendas, una para ti, (para Jesús), otra para Moisés y otra para Elías. No ha entendido nada. El único que está brillando es Jesús, pero, él tiene tiendas para todos. Jesús su parte, Elías su parte y Moisés su parte. Es decir, iguala a la Ley y a los profetas con Jesús.

Nosotros somos cristianos, no somos moisisianos, ¿igual le damos un valor absoluto a Moisés?. Sólo al que tiene el rostro iluminado. Y no somos tampoco de Elías. Que será muy importante el profetismo, el carisma, el ardor, sí, pero se llevan a Jesús. Moisés y Elías están conversando con Jesús. Ya lo dijo luego Pablo, “la Ley es pedagogo que nos lleva a Cristo”. Y estando así las cosas, claro todo un lío porque había sombras y luces y tal, quedan todos envueltos y se oye una voz que dice: “cuidado Pedro y todos los que me oigáis: “Este es mi Hijo Amado, escuchadle a él”. No es Moisés mi Hijo Amado, y no es Elías mi Hijo Amado, es Jesús, escuchadle a él.

Y entre otros mensajes que tiene esa escena, teología, muy importante, es esta: “de que los cristianos le damos a Jesús un carácter absoluto, que está por encima de la Ley, de los profetas”. Lo importante no son las leyes, las normas, las tradiciones, las religiones, las costumbres, sino Cristo. Lo importante no son las inspiraciones, los profetas, los carismas: “Cristo”. (He aprovechado el texto, no tiene que ver nada con la resurrección)

Pregunta.

Yo me pregunto ahora, si lo que he oído, no será mucho más congruente, enmarcarlo dentro de una cristología que sea ascendente no descendente, es decir, si Cristo era Dios, antes, la resurrección, me parece que pierde significado. Es decir, Cristo no podía ir a otro sitio diferente al que fue, porque era Dios. Entonces no hacía falta ni la intervención del Padre ni nada, volvía a lo que era. Por eso me parece mucho más congruente una cristología ascendente, en que él hace al hombre, Jesús, le resucita, toma la fuerza de Dios, para hacerle Hijo de Dios.

Respuesta.

Sí, sin duda, porque una cristología descendente, parte del hecho de que Jesús es Dios, pero, ¿de dónde lo sabemos?. Sabéis que uno de los debates, de los giros que se han dado en estos últimos años, es este. La cristología clásica era, lo que se llama una cristología de arriba abajo; una cristología, como se decía aquí, descendente. Se parte de Jesús, Hijo de Dios, Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Logos, para estudiar cómo se encarna, y, toda la cristología de Santo Tomás de Aquino, etc., pues va ahí, cómo se puede dar la Encarnación, cómo el Hijo de Dios puede hacerse hombre, lo qué eso significa, una persona con dos naturalezas, humana, divina, etc.

Claro, ¿qué riesgo tiene esa cristología?, pues, subrayemos la condición divina de Jesús, pero que no se nos olvide que es humano, y que no tomemos en cuenta la condición humana de Jesús, y esto es, herejía. Herejía que domina, probablemente a todos los cristianos y que no preocupa, en Roma, cargándose al hijo.

Hoy, la mayoría de los cristianos, no se darán cuenta, pero creen en la divinidad de Jesús, y no toman en serio la humanidad de Jesús, y eso es herejía.

La reacción, ¿cuál ha sido, pues una cristología ascendente, de abajo arriba. Lo primero que sabemos de Jesús es que es un hombre, y vamos a ver cómo es este hombre, su condición humana, y vamos a ver cómo ha sido su vida, su mensaje y su destino. Y vamos a estudiar la experiencia pascual, y vamos a ver cómo los primeros cristianos, a partir de la vida de Jesús y de lo que vivieron después de su muerte, han ido encontrando, unas fórmulas cada vez más audaces, que todas son aproximativas, para llegar a definir el carácter, todavía Pablo no habla como el Concilio de Calcedonia, ¡qué va hablar!, entonces esta cristología, ¿qué riesgo tiene?, pues tiene el riesgo de que se subraye bien la condición humana de Jesús, pero que se olvide su condición divina, y esto es “arrianismo”, esta herejía es la que ha preocupado siempre, como es natural. Lo importante es ir encontrando las fórmulas que se encierra en Jesús y que se nos escapa a todos, a los teólogos, a los jerarcas, y a todos, que no sabemos balbucir o decir; podemos decir, bueno, este lenguaje parece que es menos preciso y aquel parece que es más, pero ese es el problema.

Esta es la experiencia que vivieron ellos. Estos hombres vivieron algo que llegaron a convencerse de que Jesús esta vivo. ¿Qué experiencias tenemos nosotros, hoy, para poder llegar a una convicción parecida?. Esta es la pregunta bien interesante, otra charla tendría que dar, pero, algunas cosas ya voy a decir.

Una. Leer el evangelio y sentir que no son palabras como las de cualquier otro libro. Los discípulos de Emaús vivieron esto: “¿No sentíamos nosotros que, al hablar con él ardía nuestro corazón?”. Si tú, en algún momento, leyendo el evangelio, hablando de Jesús, te enardeces, sientes, de alguna manera que aquello te da vida, te sostiene y que aquello no es como un articulo del periódico o de cualquier otro libro, sino que ves que esas palabras son espíritu y son vida, no esperes más milagros, ahí tienes una pequeña experiencia. Lo de Emaús probablemente no pasó de ahí. El relato de Emaús, ¿qué quiere decir?, dónde dos o más hombres, aunque estén tristes siguen hablando de Jesús, discutiendo de Jesús, ahí Jesús les acompaña, aunque no lo vean. De vez en cuando sentirán que su corazón arde.

Otra experiencia: La Eucaristía. La Cena. ¿Qué pasa en Emaús?. Tres amigos que se sientan a cenar y se les abren los ojos porque descubren que Jesús les está alimentando. Si alguna vez, en alguna Eucaristía, os sentís fortalecidos, os sentís consolados, os sentís con más fuerza, sentís, que de alguna manera, Cristo os alimenta y os sostiene, y os da aguante, no esperéis ningún milagro más, hay tenéis una pequeña experiencia.

Si un día en un funeral, dando vueltas a estas cosas, ¿se ha muerto este hombre y ahora qué?. Si un día en un funeral, rezáis el Padre nuestro, y lo rezáis a tope, y oís cómo está resonando aquello, pensad un poco, ¿qué es esto, una ilusión?. Doscientas o cuatrocientas personas rezando esto sin que nos escuche nadie, ¿o aquí hay algo?. Si al rezar el Padre nuestro, vivís algo, tenéis una pequeña experiencia. Y estas son las experiencias.

Yo puedo poner otras. La muerte de mi madre. Alguna vez en una entrevista me preguntaron, ¿tú crees en la resurrección?. Le dije, mira, yo no sé si a mí me costaría creer que yo voy a resucitar, pero que mi madre no va a resucitar, no me lo puedo creer.

No vale el argumento, pero ahora lo voy a explicar. Conocí la vida de mi madre, la vida sufrida, terrible, y pensar que la vida de mi madre ha podido ser un pequeño paréntesis, aquella mujer, aquella sonrisa, aquella manera de vivir, olvidada de todo, como tantas madres que se les pasa la vida sin saber que la tenían que disfrutar, por los demás, por los vecinos, por los hijos y se muere, y bien joven, además. Pues mira, tu madre ha sido esto, un pequeño paréntesis, pues me cuesta creer que sea sólo eso. Me costaría, no sé si creer en mi resurrección; pero yo no puedo creer que mi madre, verle morir, como la vi yo de cerca y ver con qué sonrisa y con qué paz murió, no es un argumento, no es una prueba, pero para mí, es una experiencia. Yo en el funeral de mi madre canté el prefacio como no lo he cantado en mi vida, creí que me iba a echar a llorar, ahora me echaría, pero entonces, no, y suelo decir, para mí, es una pequeña experiencia. Cada uno sabrá qué experiencias tiene, pero la vida, Jesús nos diría, es que estas cosas son como la levadura que está oculta, es que esto es como un tesoro que hay que cavar, que unos lo encuentran y otros no. Es que esto es una pequeña semilla de mostaza y los que están buscando grandes cosas, no miran a las semillas pequeñas. Jesús nos diría cosas de esas y bueno, pero en la vida no faltan signos. En la vida hay pequeños signos que le pueden colocar a uno, ante la verdad de lo esencial, estoy convencido, pequeños signos. Normalmente el que vive distraído, cogido por todo, ese es el que no ve nada. Pero no es porque no haya signos, sino porque está ciego.

Pregunta. Según has dicho que dijo algún autor, que sólo pudo tener alguna experiencia, Pedro y que todos los demás fue por contagio. La verdad es que a mí la fe por contagio se me queda pequeña., porque Jesús se dejó ver. Jesús le alcanzó a Pablo. Entonces, digo yo, la fe, es decir, dónde Dios es aceptado, ¿no lleva consigo la experiencia?

Respuesta. Hace unos años un sociólogo norteamericano, hacía esta distinción, hay los que viven la religión de segunda mano y los que viven de primera mano. Explico, la inmensa mayoría de los creyentes, piensa que la fe es creer cosas, creer que Jesús es Dios, creer que Jesús resucitó, creer que Jesús murió, creer cosas, ideas, eso es la fe. Decir a eso que sí, cuando te pregunten, Jesús, ¿es Dios?, y digas corriendo a eso, que sí, que sí. Pero tú no sabes, no has experimentado nada. Entonces normalmente, esta gente no es que crea en Dios, sino que cree lo que le dicen de Dios, lo que dice la Biblia, lo que dice el Papa, lo que dice el Obispo, lo que dice el Párroco. Son personas que, no es que crean en Dios, creen a los que hablan de Dios, esos deben de saber, así que yo le creo a fulanito. Es religión de segunda mano, no es fe.

La religión verdadera es de primera mano, y la persona cree en lo que va experimentando y no necesita que de fuera le pongan las pruebas, las pruebas las tiene dentro. Será grande o pequeña, pero tiene su pequeña experiencia, de eso vive. Y esa es la fe que hay que cultivar, la fe experiencial. Siempre se cita al bueno de K. Ranner, que en una entrevista, él dijo eso. “el cristiano del futuro será un místico, es decir, alguien que hace la experiencia o no será cristiano”. ¿Por qué?, porque ya no habrá en el entorno un contexto socio-cultural, que sostendrá su fe, y es así. Tanto se citó la frase que él, cuando iba a morir, dijo, “bueno, debe de ser mi testamento espiritual”.

Es que es verdad, hay personas que aguantan la fe, soportan la fe, no sé lo que hacen, no lo dejan por si acaso, pero no es que tengan ninguna experiencia, sino que, unos han perdido el miedo y lo han dejado, y otros que no han perdido el miedo, no es que lo hayan dejado, es que, si no hubiera Dios y estuviéramos seguros, vaya respiro. Pero siguen creyendo, por si acaso, porque aunque ahora dicen que no hay infierno, vete tú a saber. Siempre es creer lo que dicen otros, y en cambió, pues es verdad, es la propia experiencia la que nos tiene que hacer crecer y purificar la fe. Una experiencia sostenida en la Palabra de Dios.

una cuestión actual: LA EUTANASIA HOY.

Os presento un reflexión que se ha publicado en la revista Encrucillada:

[14:49, 6/4/2019] JoseAntonio Vocación: Por si os interesa,artículo de opinión que publicaré en la revista ENCRUCILLADA[14:49, 6/4/2019] JoseAntonio Vocación: Los medios de comunicación vuelven a sacar a la opinión pública el asunto de la EUTANASIA y, a mi humilde entender, cada vez con una mayor carga política e ideológica….

Voy a dar una opinión en la medida de lo posible y con mis limitaciones personales, fundamentada en la doctrina de la Iglesia, en la ética médica y en la moral de la persona.

Vivimos una sociedad profundamente HERIDA por el HEDONISMO. Hedonismo es el endiosamiento del PLACER por el placer. Una sociedad del bienestar que huye desesperadamente de todo lo que suene a sufrimiento, dolor, sacrificio… el sentir común que se respira en el ambiente social desde los asuntos más livianos a los más importantes se resume en una frase que oigo a menudo: NO TIENES POR QUÉ AGUANTAR, NO TIENES POR QUÉ SUFRIR, NO TIENES POR QUÉ SOPORTAR.

Huímos desesperadamente si me permitís, estoy generalizando (siempre hay nobles excepciones, gracias a Dios). Huímos EVITANDO o EVADIÉNDONOS. Parece mentira que en nuestros días, sabiendo los efectos tan nocivos sobre la salud y la destrucción de la vida social, familiar, laboral etc…, la droga también se pretenda legalizar.

Como es habitual, uno de los puntos de mira de los ataques es la Iglesia.

La Iglesia defiende la vida. Uno de los principios fundamentales de la ética es que NO SE PUEDE JUZGAR SI ALGO ES MORALMENTE BUENO O MALO DESDE LA EMOTIVIDAD O AFECTIVIDAD.

ESTAMOS CONSTRUYENDO una sociedad que ha puesto en crisis los valores tradicionales que nos han traído hasta aquí… me pregunto si este cambio de paradigma, cambio de época no nos está deshumanizando por momentos….

Convendría recordar lo que reza el artículo 28.1 del código deontológico de los médicos:
“El médico nunca provocará intencionadamente la muerte de un paciente ni por propia decisión, ni cuando el enfermo o sus allegados lo soliciten ni por alguna otra exigencia. La eutanasia u ´homicidio por compasión´ es contraria a la ética médica.”

La Iglesia coincide en este principio y así lo recogen los números del catecismo 2276 al 2279:
2276 Aquellos cuya vida se encuentra disminuida o debilitada tienen derecho a un respeto especial. Las personas enfermas o disminuidas deben ser atendidas para que lleven una vida tan normal como sea posible.
2277 Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa consiste en poner fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas. Es moralmente inaceptable.
Por tanto, una acción o una omisión que, de suyo o en la intención, provoca la muerte para suprimir el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador. El error de juicio en el que se puede haber caído de buena fe no cambia la naturaleza de este acto homicida, que se ha de rechazar y excluir siempre (cf. Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Iura et bona).
2278 La interrupción de tratamientos médicos onerosos, peligrosos, extraordinarios o desproporcionados a los resultados puede ser legítima. Interrumpir estos tratamientos es rechazar el “encarnizamiento terapéutico”. Con esto no se pretende provocar la muerte; se acepta no poder impedirla. Las decisiones deben ser tomadas por el paciente, si para ello tiene competencia y capacidad o si no por los que tienen los derechos legales, respetando siempre la voluntad razonable y los intereses legítimos del paciente.
2279 Aunque la muerte se considere inminente, los cuidados ordinarios debidos a una persona enferma no pueden ser legítimamente interrumpidos. El uso de analgésicos para aliviar los sufrimientos del moribundo, incluso con riesgo de abreviar sus días, puede ser moralmente conforme a la dignidad humana si la muerte no es pretendida, ni como fin ni como medio, sino solamente prevista y tolerada como inevitable. Los cuidados paliativos constituyen una forma privilegiada de la caridad desinteresada. Por esta razón deben ser alentados.»

¿Por qué cuando alguien intenta suicidarse todos tratamos de persuadir y socorrer a quien lo intenta?

¿Acaso deberíamos dejar al suicida que lleve a cabo su intención observándole de brazos cruzados? ¿eso es humanidad?

ESTAMOS CREANDO UNA SOCIEDAD CIMENTADA SOBRE LA CULTURA DE MUERTE

La ORTOTANASIA se refiere a permitir que la muerte ocurra “en su tiempo cierto”, “cuando deba de ocurrir”, por lo tanto los profesionales de la salud están capacitados para otorgar al paciente todos los cuidados y tratamientos para disminuir el sufrimiento, pero sin alterar el curso de la enfermedad y por lo tanto el curso natural de la muerte.

La COMPASIÓN no significa huir del sufrimiento sino acompañar al que sufre

CURSO SOBRE EL EVANGELIO DE MARCOS A LO LARGO DE ESTE AÑO. Vamos a ir publicando un estudio de cada capitulo. Espero que os sirva. Un abrazo.
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Materiales para la reflexión sobre la vida religiosa:
Capitulo 5: Formación permanente y  maduración psico-espiritual
 
 
 
 ESte verano Fallecio un gran sacerdote y teologo español, que dejo todo para ser cura rural. Os ponemos un escrito en Memoria de Marcelino Legido.
 
 
el P. Fernando ha preparado un decálogo para no perderse en las Primeras Comuniones, pensado para padres
 
El P. Santiago nos envía unos artículos del P. Gelaber op.
Considero muy interesantes los 4 artículos.  Están en su blog en Rel Digital.
la negrita de resaltar es mía:

Os dejamos una Reflexión del P. Santiago sobre la Misericordia y un resumen de la Exhortación del Papa

Un abrazo

Síntesis ‘Amoris laetitia’

Dios es misericordia libro Papa Fco

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